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Este canto lo compuse para mi sobrino dos meses antes de su partida a la casa del Padre; hoy, un año despúes de su muerte nos sostiene la esperanza de reencontrarnos con él, en la eternidad, contemplando al Buen Dios.
Les comparto este canto, humildemente, que es un pedacito de mi corazón hecho melodía; que también sea una forma de entender la muerte de nuestros seres amados no como un adiós, sino como un paso más en la carrera de la vida, que nos apremia por reencontrarnos con nuestro Dios y Creador.
Guitarra: Pablo Granados.
Voz y música: Kevin Miranda.