En esta presentación tenemos a Enrique Montoliu, que nos hablará principalmente de sus dos pasiones y proyectos personales de su vida, el Jardín de L'Albarda y la fundación FUNDEM que compra terrenos naturales para mantenerlos de cara al futuro y que la gente los pueda visitar. Pero también habla de sus experiencias personales, así como cosas que han marcado su forma de entender y ver el mundo y de hacer lo que hace.
Enrique Montoliú es una de esas personas que afirman haber nacido dos veces. La primera, la biológica, fue en 1948; y la segunda, la vital, en 1990, cuando se convirtió en jardinero. Este ingeniero químico valenciano dedicó su carrera profesional a la dirección de la empresa familiar dedicada al frío industrial hasta su jubilación.
En 1990 quiso adquirir una segunda vivienda y se decantó por Pedreguer, muy cercana a la Jávea, en la que pasó los veranos familiares de su infancia. Junto a la vivienda se decidió a construir un jardín, de influencia renacentista, por la gran profusión de plantas autóctonas. Y así fue como nació el Jardín de l’Albarda, que años más tarde abriría al público y hoy en día está catalogado como uno de los 150 jardines más bellos del mundo. El jardín cuenta actualmente con más de 50.000 metros cuadrados y cerca de 700 especies autóctonas.
Tal fue el giro que dio su vida que en 1996 decidió crear la Fundación Enrique Montoliú (FUNDEM) con dos propósitos fundamentales: difundir las grandes ventajas que la jardinería mediterránea podía tener en el desarrollo de las plantas autóctonas; y por otra la de adquirir terrenos para su conservación integral y hacerlos ejemplo de la biodiversidad de flora y fauna. Actualmente, FUNDEM cuenta con 15 terrenos repartidos por la geografía española y este año ya se han confirmado varias compras de fincas de alto valor ecológico.