Hay cosas que permanecen eternas en nuestra comarca y así seguirán por los siglos de los siglos, pero hay otras que la están cambiando de un modo atroz.
Ya apenas queda un espacio libre donde no se vea transformada por la mano del hombre. Dicen que es necesario el progreso, yo no me opongo a él, pero el precio es muy alto.
De las pocas cosas que aún son auténticas, es, ver salir el sol por el pico de Santo Toribio.
Salí temprano con las luces del alba y de las farolas,
me dirigí a Las Uceras. Si, allí cerca del cementerio. A lo lejos vi la niebla sobre el río Tera, la temperatura solo alcanzaba los ocho grados, pero me abrigué, no sentía frío. Caminé sobre el lomo del monte que llega hasta Valcuevo y me senté en una peña, sentí allí cerca en la urrieta de las Uceras un grupo de ciervos, pero no se percataron de mi presencia.Yo noté la presencia de alguien que tal vez también esperaba la llegada del sol,(minuto 2,14) La luz del alba fue dando paso al reflejo del sol en el Pico del Fraile, en el cerro de San Juan y en el monte del Robledo por ambos lados del Pico de Santo Toribio. Poco a poco el sol se fue haciendo presente en toda la comarca, menos donde yo estaba. Sentí esa brisa repentina que precede a la llegada del sol y también unos carrascos de roble allí cerca la sintieron agitándose. Sentí la música de Trevor J. en mi cabeza y el frio me hizo sentir viva. De pronto él apareció magestuoso en lo alto y sentí su calor en la piel y algo muy hermoso vino a mi mente, podrán surcar esta tierra una y otra vez con el progreso, pero no podrán impedir que algo tan hermoso siga sucediendo.
Después regresé al poblado, la luna seguía en lo alto y el poblado poco a poco salía de ese estado sombrío y el sol poco a poco se adueñaba de sus rincones.
Amanece una vez más, y yo estuve para verlo....