El 22 de marzo del 2017 nos acompañaba una vez más el historiador, Fernando Paz, para analizar la llegada de Hitler al poder.
El 30 de enero de 1933, el presidente de la República de Alemania, el mariscal von Hidenburg, encargaba la formación de gobierno al partido más votado en las elecciones legislativas: el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. Su líder, Adolf Hitler, se convertía en canciller, es decir, primer ministro. Comenzaba la era nazi.
El Partido Nacionalsocialista había nacido en 1920 sobre la estructura de un pequeño grupo nacionalista y popular, el Partido Obrero Alemán. Eran los años del trauma por la derrota en la primera guerra mundial, la humillación del Tratado de Versalles, la guerra civil revolucionaria de los comunistas y las consecuencias de un atroz situación económica y social. En ese paisaje, numerosos grupúsculos de carácter nacionalista crecieron sobre el deseo de revancha. Hitler llegó al liderazgo del Partido Nacionalsocialista muy temprano, en 1921, propulsado por sus extraordinarias dotes como orador. Su doctrina: la resurrección de Alemania sobre la base racial del pueblo y con el partido nazi como única encarnación de toda la comunidad; contra la democracia liberal, contra el comunismo y contra el capitalismo. En 1923 el Partido intentó un golpe de fuerza a imitación de la marcha de Mussolini sobre Roma. Fue un fracaso. A partir de ese momento, Hitler se concentrará en alcanzar el poder por vías constitucionales.
La grave crisis política y económica de 1929 dará a Hitler la oportunidad que esperaba. Para entonces el Partido Nazi se había convertido ya en el mayor movimiento de masas de Alemania. La derecha social veía en Hitler un firme baluarte contra el comunismo. La clase obrera, por su parte, creía en Hitler como apóstol de un nuevo socialismo nacional. En las elecciones de 1930 será el segundo partido del parlamento. Dos años después, en dos elecciones parlamentarias consecutivas, se convertirá en el grupo mayoritario con más votos que socialistas y comunistas juntos. Hitler se ganó el apoyo de los nacionalistas y los católicos y pudo formar una mayoría sólida. Así el presidente Hindenburg le dio el gobierno. Y ese día la historia del mundo cambió.
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