El 22/06/17 en Tiempos Modernos hablamos con Juan E. Pflüger, periodista de La Gaceta y profesor, sobre 'Reagan: la victoria definitiva sobre la URSS''.
Uno de los personajes más decisivos del siglo XX: eso fue el presidente norteamericano Ronald Reagan. ¿Por qué? Porque con él acabó realmente la “guerra fría”, dio el empujón definitivo que hundió al bloque soviético y, después de él, los Estados Unidos eran la indiscutible potencia hegemónica mundial. Para bien o para mal, ese fue su formidable legado.
Reagan, nacido en 1911, actor que dejó la pantalla para dedicarse a las relaciones públicas y después a la política, estrella del Partido Republicano, fue gobernador de California entre 1967 y 1975, y presidente entre 1981 y 1989. Reagan fue el presidente más anciano que habían conocido hasta entonces los Estados Unidos: llegó al poder con 70 años. A los pocos días de asumir la presidencia fue objeto de un atentado que se atribuyó a un demente del entorno del ex presidente George Bush primero. Sea como fuere, su mandato iba a resultar decisivo. Para empezar, se convirtió en icono de una revolución liberal que vino a poner fin a la hegemonía socialdemócrata de los años anteriores. Las políticas socialdemócratas, con su estructura de bienestar basada en el gasto público, habían conducido a un callejón sin salida desde el punto de vista económico. Reagan, antiestatista convencido, impulsó políticas de impuestos bajos y regulación mínima que enseguida tuvieron éxito. Todo ello envuelto en un patriotismo sincero, una adhesión expresa a los valores tradicionales (familia, religión, propiedad, etc.) y un estilo de optimismo vital que se contagió a otras formaciones políticas de derecha en todo el mundo. En su tiempo se habló de “revolución conservadora”. En buena medida lo fue.
En política internacional, Reagan fue el presidente del pulso final con la Unión Soviética. A principios de los años 80, la Unión Soviética era todavía un gigante con misiles nucleares en los dientes. Sin embargo, era un gigante con pies de barro y la guerra de Afganistán lo demostraba todos los días. Reagan reunió al Estado Mayor norteamericano, preguntó en qué partida militar superaban a la URSS y al Pacto de Varsovia y, tras recibir respuestas negativas en cada una de éstas, les dijo: hay algo en lo que somos claramente superiores a ellos, en dinero. De este modo lideró unas ingentes inversiones en Defensa, en una tecnología que se llamaría “guerra de las galaxias” y que obligó al otro lado del Muro de Berlín a hacer un sobreesfuerzo presupuestario que aceleró la quiebra de las economías socialistas y con ella la caída del propio Muro y de los sistemas totalitarios en Europa. Después de Reagan el mundo fue otro.
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