Mariola Clemente se siente muy orgullosa de ser mujer y de ser sordociega. “Mi autoestima es muy buena”, afirma, aunque reconoce también que “antes sentía mucha vergüenza por las dificultades de comunicación que tenía con las demás personas”.
A través de su mediadora, Almudena Espinosa, cuenta Mariola que, gracias a lo aprendido en la ONCE, “ahora me siento feliz porque pienso que como mujer sordociega puedo hacer muchísimas cosas”.
Y entre esas cosas, una de las “más importantes que he hecho en mi vida es tener un hijo, algo que no ha sido fácil”, afirma. Mariola consiguió adaptar sus dificultades y sacar adelante a su hijo, como cualquier otra madre, con la ayuda de su marido, una persona también sorda. Ahora, Iker, su hijo, se ha convertido en un apoyo fundamental para ella.
En su entorno familiar, Mariola se ha sentido algo discriminada por el desconocimiento de la lengua de signos, algo que no le ha pasado con sus amigos o su entorno social. De ahí, que una de sus principales reivindicaciones sea que “todo el mundo aprendiese lengua de signos” para poder comunicarse con las personas sordas y sordociegas. “Mi mundo ideal sería luchar por esto, que la lengua de signos se hiciese global, que se diese esa formación en los colegios, no solo a las personas sordas o con sordoceguera, sino a todas”. Y con relación a esto, asegura Mariola que “mi ilusión en un futuro sería que las personas sordociegas no fueran discriminadas, que no tuvieran una autoestima baja, que todo el mundo se sintiese orgulloso de pertenecer a esta comunidad, que todo el mundo se sintiera orgullosa de lo que es”.
En el caso concreto de las mujeres, piensa Mariola que hay “muchas mujeres sordas y sordociegas con una autoestima muy baja y se sienten discriminadas porque no pueden comunicarse, incluso se encierran en casa”. A ellas, les dice: “hay que salir al mundo, tus capacidades y no capacidades deberían ir unidas e intentar esforzarte para conseguir cosas, para salir al mundo y controlar tu vida”.

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