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Cuando se tiene ansiedad, es muy habitual que llegue un momento en el que queramos deshacernos de todos esos pensamientos catastróficos que tanto pueden hacernos pasarlo mal. Y es que en la ansiedad, los pensamientos tienen un gran peso tanto en la aparición como en el mantenimiento de la misma. Pero en el fondo, el problema no es tener ese tipo de pensamientos. El problema es qué hacemos con ellos. En el presente vídeo abordaremos ese qué hacer con los pensamientos desde el punto de vista del Mindfulness.
En primer lugar, hemos de tener en cuenta que le hacemos tanto caso a los pensamientos y les damos tanta importancia, porque creemos que como personas, como seres humanos, somos nuestro pensar. Creemos ser esa “voz” que todos tenemos en la cabeza.
Pero no somos nuestros pensamientos, no somos esa “voz”. ¿Quieres comprobarlo? Si te parece bien, hagamos un pequeño ejercicio que en principio voy a explicar y luego daré guardaré unos segundos de silencio para que puedas hacerlo. Bien, detente, haz un par de respiraciones lentas y profundas. A continuación, imagina que todo lo que se cruza por tu mente, es reflejado en una pantalla de cine mientras tú estás cómodamente sentado en tu butaca. Puede que se crucen pensamientos sobre el futuro, recuerdos, imágenes, frases, juicios... Puede que sea imaginación, fantasía, rumiación,... Simplemente observa tu pantalla mental. Date el suficiente tiempo como para que surja algo, lo que sea, da igual su contenido. Cuando aparezca, a continuación, date cuenta de cómo puedes observarlo, de cómo puedes distanciarte de él, aunque sea durante un instante. Guardaré silencio durante unos segundos para que puedas hacerlo.
Seguramente algún pensamiento, o varios, habrán aparecido en tu pantalla mental y habrás podido comprobar, que puedes observarlos. Bien. Atentos ahora a lo siguiente. Si tú como persona, como ser humano, fueses esos pensamientos, no podrías haberlos observado. Si yo estoy observando una manzana, es porque la manzana y yo somos distintos. Puedo observarlo porque no somos la misma cosa. Nunca el observador puede ser el objeto que está observando. Por lo tanto, si somos capaces de observar nuestros pensamientos, es que hay alguien, una conciencia que está observándolos. Así que como personas, como seres, no somos nuestro pensar. Los pensamientos forman parte de nosotros, pero no somos ellos. Somos el observador, la conciencia, el testigo que experimenta esos pensamientos. Pero no somos ellos.
Otro aspecto importante que hemos de tener en cuanta, es que el 98% de los pensamientos son automáticos. Aparecen de la nada, y si te das cuenta, se marchan regresando a la nada. Todos los pensamientos llegan y se van, llegan y se van. Puede que regresen, pero igualmente vuelven a marcharse, siempre es así. Ningún pensamiento está las 24 horas del día permanentemente en nuestra cabeza. Es decir, todos los pensamientos son TRANSITORIOS. Transitan por nuestra cabeza. Así que déjalos marchar. Respeta la transitoriedad de los pensamientos.
En la ansiedad, resulta especialmente importante tener en cuenta todo ello, precisamente, porque es en los pensamientos donde está el origen del miedo. Detéctalos pero no los creas.
Un pensamiento creído genera una gran “energía” en tu interior.
En cambio... un pensamiento no creído... no es nada. Se marcha sin dejar huella en ti.
Pero no es fácil dejarlos marchar ¿verdad? Pero ¿por qué cuesta dejarlos marchar? Pues porque sin darnos cuenta, impedimos que se marchen quedándonos enganchados a ellos. Es como si un coche pasara a nuestro lado, y nos agarráramos a él, tratando de controlarlo, de modificar su ruta para apartarlo de la calzada. Eso es en el fondo lo que intentamos hacer cuando luchamos contra los pensamientos. Pero no lo conseguimos. La realidad es que ese coche termina por arrastrarnos y llevarnos a donde él quiere. Puede que nos soltemos de ese auto, pero date cuenta de cómo enseguida solemos agarrarnos a otro. Por lo que terminamos nuestro día arrastrados por un montón de coches (pensamientos).