Penúltima etapa de este camino que nunca deja de sorprender. Belleza y aventura, deporte y mil sensaciones a cada paso. Limpieza de mente. Siempre con la retina llena de hermosos paisajes. El descenso desde Llanos, con su desvío hacia lo alto de la montaña si se quiere evitar asfalto, hasta la llegada a Pola de Lena. Y entre medias miles de fotografías, charlas con los peregrinos, sellados de credenciales... Es el espíritu del Camino. Me encanta vivirlo así.