Рет қаралды 2,623
La Cartuja de Miraflores, declarada Monumento Nacional en 1923 y Bien de Interés Cultural en 1985, se sitúa en la loma de Miraflores a unos tres kilómetros del centro de la ciudad de Burgos, siendo habitada por monjes pertenecientes a la Orden Monástica de la Cartuja. Su fundador, San Bruno, nacido en Colonia (Alemania) hacia el 1030, buscando una vida de consagración total a Dios se retiró, junto con seis compañeros, a las montañas alpinas del Delfinado de Chartreuse, a 30 kilómetros de Grenoble, Francia, fundando un eremitorio el año 1084. Esta Orden Monástica de la Cartuja, es una de las formas de monacato más singulares.
En este documental conoceremos el origen de La Cartuja de Miraflores, su historia, la vida y las ermitas de los cartujos, el claustro, la capilla de san Bruno, y nos adentraremos en la iglesia, especialmente organizada y compartimentada según el estilo y costumbres cartujas, dividiéndose en la estancia de los fieles, el coro de los Hermanos, el coro de los Padres y el presbiterio.
En el centro del presbiterio conoceremos el panteón real, con un diseño de estrella de ocho puntas, obra de Gil de Siloé entre 1489 y 1493, donde descansan los restos de Juan II e Isabel de Portugal, padres de Isabel la Católica. Y en el lado izquierdo del presbiterio está el sepulcro del infante Alfonso de Castilla, hermano de Isabel la Católica. Los dos sepulcros cincelados en alabastro de Guadalajara y gran alarde de inspiración y belleza, gran detalle, simbolismo y filigrana.
El retablo mayor de la Cartuja fue tallado en madera, entre 1496 y 1499, por Gil de Siloé, en plena madurez artística, y policromado y dorado por Diego de la Cruz, con oro que procedía de los primeros envíos tras el descubrimiento de América y una técnica de “brocado aplicado” de difícil y costosa ejecución. Es una de las obras más importantes de la escultura gótica de España, por su original diseño, iconográfica, calidad de la talla y policromía.
Como curiosidad, durante el solsticio de invierno, días antes y después del 21 de diciembre, al atardecer un rayo de sol penetra por el gran óculo de la fachada del templo y recorre diagonalmente la superficie del retablo ascendiendo lentamente de izquierda a derecha. Durante unos breves instantes ilumina la rueda central de ángeles que preside el retablo.
Las vidrieras fueron traídas de Flandes en 1484. Las del ábside desarrollan tres escenas de la vida de la Virgen y de la infancia de Cristo. En las de la nave, cinco del lado izquierdo representan escenas de la Pasión de Cristo, y las de la parte derecha son las relativas a la Resurrección y Gloria.
La sacristía, hasta hace poco cerrada al público, es donde el sacerdote se reviste de los ornamentos sagrados y ora antes de celebrar con los monjes la misa comunitaria. Las amplias cajoneras de nogal macizo del siglo XVII guardan los ornamentos y paños litúrgicos. Tras el saqueo napoleónico de principios del XIX, se reconstruyó el retablo como armario de reliquias.
En las capillas laterales se sitúa la exposición «De lo bello a lo divino», con una variada selección de piezas que incluyen obras de Gil de Siloé, Pedro Berruguete o Joaquín Sorolla, entre otros.
La primera y más grande alberga la anunciación de Berruguete y otras obras que estaban guardadas dentro de la clausura de la Cartuja, con figuras muy individualizadas, y gran dominio del espacio, la perspectiva y la composición, que reflejan la espiritualidad del monje, como La Santa Cruz, La Virgen María o San Bruno. También hay retratos y documentos de reyes ligados a la Caruja, como Isabel la Católica.
Entre los muebles litúrgicos hay un bojarte, o tabla para organizar las misas y diferentes turnos y responsabilidades de los cartujos. También hay ornamentos para los oficios litúrgicos del rito cartujano de gran belleza, con finos tejidos de los siglos XVI y XVII, así como un conjunto de cáliz, patena y cucharilla, denominado «De Juan II» de los siglos XV y XVI y otro grupo similar de la primera mitad del siglo XX.
La segunda capilla, dedicada a Nuestra Señora de Miraflores, ha sido restaurada recuperando la belleza y colorido de sus pinturas murales. Fue mandada decorar por Fray Nicolás de la Iglesia, con pinturas al fresco en el siglo XVII, con recursos pictóricos, como trampantojos o claroscuros. Abordan temáticas vinculadas a la vida de la Virgen, destacando su Coronación en la bóveda. Preside esta capilla una talla de la Virgen Inmaculada, de la escuela de Alonso Cano.
La última capilla contiene una selección de manuscritos, incunables y libros de la biblioteca de los cartujos. Un audiovisual cuenta los avatares de estas obras de arte, muchas en museos de Europa y América. La última pieza de la exposición es la Elevación de la Cruz de Joaquín Sorolla, representando el momento en el que Cristo es alzado, tras ser clavado en la cruz.
Esta comunidad de monjes actualmente sigue llevando una vida de oración, estudio y trabajo en soledad, dentro del silencio de la clausura.