Eduardo Chillida nació en San Sebastián un 10 de enero de 1924. Ya desde pequeño, iba a ver cómo rompían las olas en el lugar donde ahora colocó su Peine del Viento (1976). Con 19 años fue portero de la Real Sociedad, pero una grave lesión de rodilla en un partido jugado en Valladolid le retira del fútbol, trasladando a la escultura la capacidad de controlar el espacio y el tiempo.
En 1943 se inicia en arquitectura, estudios que abandona para entrar a dibujar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1947. Trasladado a París un año más tarde expuso esculturas de yeso en el Salon de Mai de 1949 y en la Galerie Maeght en 1950. Una crisis artística le lleva de nuevo al País Vasco donde descubre el hierro siendo «Ilarik» su primera escultura abstracta.
En 1954, a caballo entre París y Hernani se inicia en la obra pública con las puertas de la Basílica de Arantzazu. Más de 40 esculturas se ubican en ciudades de todo el mundo comenzando a recibir reconocimientos por su trabajo como el premio Kandinsky en 1960, el Wilhem Lehmbruck en 1966, el Kaisering alemán en 1985, o el Imperiale Japón en 1991.