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En su senectud, Borges explicó que sentía el arte Barroco como un ejercicio de la vanidad, como una súplica de admiración. Que es un error común del escritor joven usar palabras artificiosas, y que él aprendió con el tiempo a escribir con las palabras de la conversación cotidiana.
Aprender a decir menos y a sugerir
Aunque el silencio y la hoja en blanco aparenten ser opuestos a una obra ya pintada, son más bien su plataforma y sostén. Ese descanso visual es una parte activa del texto que se enuncia y tiene presencia tanto como el argumento. Para que el detalle revelado tenga valor, otra parte debe quedar oculta; el recorte significa la obra.
Por eso proponemos que parte de lo proyectado, antes que descartarse y silenciarse, reduzca su contraste, porque esa selección correctiva eleva la calidad de lo sobreviviente. Que un discurso visual presente acentos en toda su extensión más que sofisticarlo lo empobrece. Por eso instamos a practicar la austeridad y el poder de abstracción para aumentar el valor de un discurso.
El descanso amplio puede estar en el primer plano, en el fondo o en planos intermedios; no lo define su posición sino su proporción respecto de la totalidad. Ahora bien, una vez comprendida la importancia y dimensión de ese silencio, aparece la necesidad de enriquecerlo buscando más el carácter plástico que la metáfora.
Además, se deberán buscar elementos de transición para evitar el salto abrupto a esa porción donde el mensaje visual aumenta su ambigüedad y abstracción.
Contraste de superficie o escala:
Este contraste se ocupa de la variación en el tamaño de las superficies que integran la obra considerándolas en su geometría simple del ancho y el alto que ocupan respecto del soporte total. Así, el plano más extenso será el descanso, los planos de tamaño intermedio serán conectores (articulaciones, vinculantes, bisagras) y las morfologías de menor escala será una tensión visual, siempre que contrasten por su singularidad (si lo pequeño se repite, ese ritmo le resta interés y novedad dentro del conjunto).
La academia suele resumir el contraste de escala, tamaño o superficie en la tríada didáctica 'dominante, subdominante y acento'. Cuando estamos elaborando un discurso visual, este trinomio dialéctico encierra una clave constructiva muy importante para controlar la velocidad y el recorrido de lectura.
En teoría de la información, todo aquello que no es información es redundancia; por tanto, las pequeñas singularidades de la obra son corpúsculos de información en tanto las grandes extensiones ofician de redundancia. Hay también, como dijimos, superficies intermedias vinculantes entre estos extremos -los mediadores-, similares a artículos y preposiciones; son conectores gramaticales que armonizan. Sin ellos, los elementos pequeños boyan atomizados en una suerte de lista o constelación desarticulada.
Toda repetición, incluso disimulada bajo cualquier operación de simetría, genera un ritmo, una redundancia. El máximo grado de redundancia en un ritmo regular es alcanzado mediante un grafismo de textura o patrón. La velocidad de lectura de una superficie es directamente proporcional al grado de redundancia que contiene, considerando tanto su morfología como su cromática, su variación tonal interna, su textura y su carácter plástico. Su semántica (lo que esa superficie simboliza) está subordinada a esta lógica.
Para que haya una contemplación de la obra (no un mero golpe de vista, sino un recorrido), debe ofrecerse al lector una tensión en equilibrio. Si la superficie dominante, la subdominante y el acento conservan diferencias menores entre sí, la tensión se reduce. Cuanto mayor sea la superficie dominante y menor el acento, mayor será el interés que esta estructura despierte, pero cada uno de los tres términos vistos debe guardar una relación armónica. Los extremos (demasiada redundancia o demasiada información) saturan nuestra capacidad perceptiva pero el exceso de equilibrio o estabilidad produce desinterés y apatía. ¿Qué proporciones usar entonces?
La sección áurea, la sucesión de Fibonacci y su simplificación en la regla de tercios, la relación 60-30-10 o la simetría dinámica son material académico útil para experimentar.
#1: Cuando nos referimos a superficies nuestro sintagma de análisis es el plano, sin considerar distinciones tales como figura/fondo, argumento/contexto, primer plano/lontananza, detalle/generalidad, relleno/contorno, etc.
Vladimir Merchensky. www.TantaTinta.com Escuela de acuarela