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Este viaje invita a celebrar el paisaje de tierra fría y a perderse entre sus verdes y marrones, colmados de vacas que parecen colgar de las montañas y pegarse a sus valles. Es el lugar para ponerse una buena chaqueta, o ¡ruana!, porque los vientos hacen parte de la cotidianidad. Es la oportunidad para consentirse con un gorro o guantes tejidos y dormir arropado por una abrigadora cobija de lana virgen. Tendrás la oportunidad de recorrer toda la sabana de Bogotá, paseando de Chía a Zipaquirá, bordeando Sopó y divisando el precioso embalse de Tominé, al lado de Guatavita. Allí podrás conocer, entre otros, a artesanos que trabajan en vidrio, barro, papel, amero de maíz, lana y hasta la famosísima piedra salina de las minas de sal de Zipaquirá. También te invitamos a conocer el Valle de Ubaté, un lugar en donde su cantidad de vacas nos indican una rica tierra lechera, así que es esencial que pruebes los quesos que se producen en esta región.
Te proponemos parar en tres puntos: Sutatausa, Cucunubá y la Laguna de Fúquene, para descubrir el increíble trabajo en junco. Los dos pueblos son bellísimos, el primero porque tiene el privilegio de tener un complejo de farallones que quita el aliento y el segundo porque, además de estar entre bosques, conserva su arquitectura colonial intacta y es un sitio ideal para descansar. Allí conocerás a maestros tejedores que te enseñarán el arte del telar y las bondades de la lana de oveja, así como cada uno te contará sus secretos y su historia detrás de este oficio consagrado.
Te invitamos a conocer más en www.colombiaartesanal.com.co