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É'Desde mi corazón a quienes atraviesan tiempos de prueba, comprendo el peso del dolor y la incertidumbre que este trae. Pero en mi camino he aprendido que no estamos destinados a caminar solos. Dios, en su infinita sabiduría, nos ofrece su mano y su consuelo en cada paso. Él convierte nuestras lágrimas en puentes de crecimiento y nuestras dudas en fundamentos de una fe más fuerte. Con Él, enfrento el futuro sin temor, sabiendo que cada desafío es, en verdad, una invitación a crecer más cerca de Su amor. Les invito a que, juntos, avancemos con la certeza de que no hay tormenta que Él pueda calmar.