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Madrid, 19 ene (EFE).- Fue su deseo y se cumplió. Hace treinta años llegaban al monasterio de El Escorial los restos mortales del rey Alfonso XIII, muerto 39 años antes en Roma.
Su hijo, Don Juan de Borbón, fatigado y enfermo, fue el encargado de acompañar el féretro del monarca desde la capital italiana hasta la población madrileña, previa escala en el puerto de Cartagena, el mismo que le vio partir hacia el exilio en abril de 1931.