En el año 1540, el Papa Paulo III aprueba en Roma la creación de una nueva Orden religiosa fundada por Ignacio de Loyola:
LA COMPAÑÍA DE JESÚS.
A fines del siglo XVI la Compañía de Jesús se instalaba en la Ciudad de Córdoba, en la cuadra que el Cabildo había señalado y entregado el 20 de marzo de 1599 al Padre Rector Juan Romero,”para que edifiquen y hagan su casa”.
En el solar construyeron el Noviciado, el Colegio Máximo , la Iglesia de la Compañía, la Capilla Doméstica y el Real Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat.
Ante la carencia de recursos para sustentar sus obras, los jesuitas buscaron su propio mantenimiento por medio de Estancias, que se convirtieron en establecimientos rurales productivos, localizados en distintos parajes de la provincia.
Seis fueron las estancias en definitiva: Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia, La Candelaria, y San Ignacio. De ésta última, solo se conservan algunos vestigios.
Desde 1607, Córdoba fue sede definitiva de la Provincia Jesuítica del Paraguay.
Por lo tanto, fue el centro de las actividades de la Compañía de Jesús desde 1599 hasta 1767, año de la expulsión decretada por el Rey Carlos III.
El sistema organizado por los padres de la Compañía de Jesús, aún hoy constituye un testimonio del esfuerzo para concretar una utopía. Su legado se constituye en una experiencia sin precedentes en la historia de los pueblos americanos.
Recorrer los espacios del conjunto jesuítico es disfrutar de la aventura del conocimiento y la sensibilidad humana.
En el año 2.000, la UNESCO incorpora estos tesoros arquitectónicos a la Lista del Patrimonio Mundial y declara al Conjunto de Las Estancias y la Manzana Jesuítica de Córdoba, PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD.
Producción Ejecutiva: P. Ignacio García-Mata SJ
Guión y Dirección: Sergio Raczko