El Trovador Miguel Sprumont, relata un texto de su autoría, con música de Carlos Valdez.
Las fotos son en su mayoría del norte neuquino.
El día que ya no esté no habrá ni más ni menos injusticias. No habrá ni más sol ni más lluvia que otros días. En el mundo el tiempo seguirá transcurriendo.
El día que ya no esté me gustaría que suene una canción alrededor de un fogón. Que canten entre amigos y rían con risa transparente.
El día que ya no esté que alguien suba a la cima de una montaña que jamás pensó subir. Que baje lentamente el sendero y que sienta que nunca hubo imposibles.
El día que ya no esté habrá un maestro que hará descubrir a alguien letras nuevas. Sin bronces, ni actos, ni banderas. Que vuelva a su casa con una sonrisa.
El día que ya no esté no será necesario el llanto triste. Si queda algún recuerdo, que sea el de la alegría. Siempre habrá alguna playa formada con la arena que llevamos una vez en nuestras manos.
El día que ya no esté me gustaría que alguien duerma la siesta bajo la sombra de un árbol que yo planté. Que haya quien declare su amor con un verso que yo escribí.
Que nadie crea que algo termina, porque siempre habrá una historia que empieza. El día que ya no esté ojalá haya podido cerrar los ojos y partir sin molestar a nadie. Que en algún desierto crezca una flor. Que un caminante la descubra sin saber cómo llegó hasta ahí, y sin embargo detenga un rato su marcha sólo para observar sus colores y respirar su perfume…