EL JARDINERO FUE DESPEDIDO POR ROBO Y LA DUEÑA DE LA MANSIÓN LE HIZO UNA PREGUNTA... LA RESPUESTA...
Luis Escobar, un padre soltero de 27 años, vivía en un pequeño apartamento en las afueras de la ciudad con su hija de 10 años, Nancy. La vida no había sido fácil para Luis desde la muerte de su esposa, pero él se esforzaba por darle lo mejor a su hija. Todos los días, salía en busca de trabajo, aceptando cualquier empleo temporal que encontrara para pagar las cuentas. Una mañana soleada, mientras caminaba por el barrio rico de la ciudad en busca de oportunidades, Luis notó un cartel en la entrada de una lujosa mansión: "Se busca jardinero". El corazón de Luis se aceleró. Sabía que esa podría ser la oportunidad que tanto necesitaba. Respirando hondo, se acercó a la imponente puerta de hierro y tocó el timbre. Después de unos momentos, la puerta se abrió y un mayordomo de expresión austera apareció. "¿Puedo ayudarle?" preguntó el mayordomo, mirando a Luis de arriba a abajo con desdén. "Vi el cartel sobre la vacante de jardinero. Me gustaría postularme, si es posible," respondió Luis, tratando de mantener la voz firme. El mayordomo dudó, pero antes de que pudiera responder, una voz femenina sonó desde el interior de la mansión. "¿Quién está ahí, Humberto?"
Una mujer elegante de mediana edad, con cabello castaño y ojos expresivos, apareció en la puerta. Valentina Castillo, la dueña de la mansión, miró directamente a Luis. Algo en ella parecía intrigada, como si estuviera tratando de recordar de dónde lo conocía. "Este señor está interesado en la vacante de jardinero, señora Castillo," explicó Humberto, visiblemente reacio. "Entre, por favor," dijo Valentina, con una leve sonrisa. "Vamos a conversar." Luis entró en la mansión, impresionado con el lujo a su alrededor. Valentina lo condujo a una sala de estar cómoda y le pidió que se sentara. "Cuénteme sobre usted, señor..." comenzó Valentina. "Escobar. Luis Escobar. Soy padre soltero y estoy buscando trabajo para mantener a mi hija, Nancy," respondió Luis, con sinceridad. Valentina escuchó atentamente, sintiendo una extraña familiaridad con la historia de Luis. Después de unos minutos de conversación, ella se levantó. "Creo que usted merece una oportunidad, señor Escobar. Humberto, lleve al señor Escobar al jardín y explíquele sus tareas," ordenó Valentina. Humberto, aún contrariado, obedeció. Condujo a Luis al extenso jardín, explicándole sus funciones de manera fría y formal. Los otros empleados de la casa miraban a Luis con desprecio, pero él mantuvo la cabeza erguida.