En medio de un vuelo de provisiones en la impredecible Patagonia, me vi enfrentado a un cañadón en una montaña con nubes bajas. Descubre cómo la meteorología cambiante nos enseña valiosas lecciones en cada vuelo. ¡Suscríbete ahora mismo y no te pierdas más historias emocionantes de la aviación en nuestro canal!
En este caso particular, cuando vi que el cañadón se cerraba hacia arriba y la nube bloqueaba por completo la visibilidad, lo primero que pensé fue en la velocidad. " A la hora de volar en montaña, es muy importante comprender que a mayor velocidad, el avión tiene un radio de giro mayor". Sabía que debía frenar el avión al máximo posible sin perder sustentación, es decir, al límite de la velocidad de pérdida. Además, consideré el peso que llevaba en el avión, venia cargado transportando carga.
Mi decisión fue acercarme a la ladera derecha y desplegar los flaps completamente para ganar sustentación y generar mayor resistencia, lo cual me permitiría frenar más rápido. Levanté la nariz del avión hasta perder completamente la visibilidad adestrándome al borde de la nube y aproveché el giro de la hélice y la altitud ganada para dejar caer por izquierda el avión con la menor velocidad posible, intentando realizar un giro con el radio lo más reducido posible. El cañadón era muy estrecho y si me excedía por unos pocos metros, podría estrellarme contra la ladera izquierda. El cambiar el ángulo del plano de las alas también me ayudaba a achicar el radio de giro en el plano horizontal pero también ocasionaría perder mas altitud. Gracias a Dios salió muy bien la maniobra.
Lo que siempre le explico a mis alumnos es que en situaciones de emergencia lo primero que hay que hacer es MANTENER LA CALMA.
Edición Pablo Wegrzyn
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