El 23 de diciembre de 1913, el presidente demócrata de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, promulgó la ley de la Reserva Federal, que creaba oficialmente un sistema de banca centralizada. La noticia fue celebrada por toda la prensa económica y por los banqueros norteamericanos, especialmente los que concentraban su influencia financiera en Wall Street.
El lobby bancario llevaba décadas buscando que el gobierno tuviera el monopolio de la emisión de papel moneda. En cada crisis demandaban la necesidad de un prestamista de última instancia que rescatara a la insolvencia de sus bancos. Desde los años de los Padres Fundadores, a principios del Siglo XIX, en la cuestión monetaria había una corriente política bien marcada que defendía el papel fiduciario. Pero en aquellos tiempos, aún existía una férrea oposición a esa corriente, que era el movimiento del “dinero duro”, que defendía a rajatabla el dinero metálico en contra del papel moneda. Ese rasgo fue una de las insignias fundadoras del Partido Demócrata.
Pero ya entrados en el Siglo XX, la historia había cambiado. Los grandes banqueros, JP Morgan y Jhon Rockefeller, habían un hecho un minucioso trabajo en todas las esferas de la opinión pública, y tras el pánico financiero de 1907, encontraron el momento justo para darle origen a la Reserva Federal.
Hoy en Storiopolis vamos a indagar en la historia de la creación del Reserva Federal. Para entenderlo, también vamos a viajar brevemente por la historia del dinero y la banca, dos instituciones que existieron durante toda la historia de la humanidad sin la necesidad de un Banco Central.
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