El Papa Francisco ayer no presidió el Ángelus desde el balcón pontificio de la Ciudad del Vaticano sino desde Plaza de la Unità D’ Italia de Trieste, la ciudad italiana que visitó con motivo de la 50ª Semana Social de los católicos. Una breve visita apostólica en la que resaltó, antes de la oración mariana del Ángelus, la importancia de la dignidad de cada persona: “Cada persona, sana o enferma, grande o pequeña, cada persona tiene dignidad. La dignidad se deja ver con el nombre y el conoce el nombre”.
A la comunidad eclesial y civil les lanzó un desafío: el de saber conjugar “apertura y estabilidad, acogida e identidad": “Como cristianos tenemos el Evangelio, que da sentido y esperanza a nuestra vida; y como ciudadanos tenemos la Constitución, ‘brújula’ confiable para el camino de la democracia”.
Y no sólo. El Pontífice instó a todos los presentes congregados en la Plaza triestina a "avanzar” sin miedo, pero sobre todo sin amenazar la dignidad humana: “¡Y entonces, adelante! Adelante. Sin temor, abiertos y firmes en los valores humanos y cristianos, acogedores, pero sin compromisos sobre la dignidad humana. Sobre esto no se juega”.
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