Un título muy sugerente para mostrar las consecuencias y el riesgo inherente a la práctica compulsiva de participar en actividades de juegos y apuestas. Si bien, sería importante como científicos, poder llegar a discernir que existen productos de juego donde factores como la intensidad o la frecuencia no necesariamente significan que existe un trastorno de conducta de juego subyacente. Y hablo de dos modalidades concretas, apuestas deportivas y poker, donde factores formales y estadísticos como la esperanza matemática en el retorno en premios o de características estructurales a la hora de ordenar estrategias de participación, dan lugar a comportamientos de tipo profesionalizado que no responden al marco típico de ningún comportamiento patológico. Estamos cayendo en la falacia de no considerar que los jugadores en esos nichos pueden estar desarrollando conductas económicas individuales funcionales y adaptativas , totalmente racionales, aún colectivamente esa representación de juego pueda interpretarse como un factor de riesgo y promocional para seguir alimentando las expectativas de los usuarios menos avezados. En definitiva, no es correcto hablar de esperanza matemática y probabilidades en dos verticales de juegos en la que precisamente se diferencian del resto por esas propiedades contrarias al funcionamiento de la gran mayoría de productos de azar.