Mi querido hijo, yo soy tu pastor y siempre estaré contigo en los campos frondosos. Te daré descanso y te conduciré junto a aguas tranquilas para refrescar tu alma. Te guiaré por senderos de justicia por amor de mi nombre. Incluso cuando camines por valles oscuros y profundos. No temas ningún mal, porque mi vara y mi cayado te consolarán y tranquilizarán. Te rodearé de bendiciones, confundiré a tus enemigos y llenaré tu corazón de sabiduría. Tu mesa será abundante y mi bondad y mi misericordia te seguirán todos los días de tu vida. Vivirás en mi casa, experimentando mi amor y mi paz en abundancia. No tengas miedo, porque yo estoy a tu lado para apoyarte en todo. Te sostengo con mi mano poderosa, te envuelvo en mi protección y te cubro con mi santo manto de amor. Deseo fervientemente que me busques para escuchar amorosamente estas palabras que te dirijo para dejar que este mensaje de mi corazón se hunda en tu alma. Déjame escribir en las paredes de tu mente las maravillas de mi amor para que te sientas segura y dejes de preguntarte si mereces los hermosos regalos que quiero darte.