Mi amado hijo, quiero que sepas que las bendiciones están en camino hacia ti y que pronto llegarán como una suave lluvia bañando tu hogar con gracia. No hay amor más grande, ni plan más poderoso que lo que tengo reservado para ti. Puedo ofrecerte un propósito firme, llenarte de serenidad y transformar tus circunstancias más difíciles en algo hermoso. Te sacaré del desierto y te llevaré a un manantial refrescante. Acepta mi bendición con fe, alegría y humildad nunca subestimada, pues a veces puede aparecer de maneras sencillas mientras otros persiguen grandes bendiciones. Yo elijo lo humilde y lo aparentemente pequeño, porque veo en ellos el potencial de grandeza. Abre los ojos, querido hijo mío, porque están a punto de suceder cosas maravillosas. Busca mi palabra y reconocerás las bendiciones que se acercan a ti.
Mi mirada busca un corazón humilde, y mi espíritu anhela llenar una vida que siempre está dispuesta a dar amor y perdonar. Sabed esto. Yo te he elegido, y nunca debes dudarlo. Tu destino está escrito en un pergamino eterno desde la fundación del mundo, y he trazado cuidadosamente tu camino con mi dedo amoroso. Ha llegado el momento de que comprendas lo que he preparado para ti.