Julieta entró al convento cuando tenía 21 años, sus padres no querían saber nada y tuvo que esperar a ser mayor para poder dedicar su vida a Dios.
Hugo, en cambio, siempre supo que quería ser sacerdote, y cuando terminó el secundario se dedicó a estudiar la biblia y emprendió su carrera religiosa.
Durante esos años aparecieron personas que les parecieron atractivas, pudieron charlarlo, desarmarlo y hacerlo desaparecer. Hasta ese momento seguían eligiendo a la iglesia.
Se conocieron cuando los dos eran muy jóvenes y no volvieron a verse hasta después de muchos años. Hugo vivía en un colegio en San Miguel y Julieta en el convento en Bella Vista. Ella era la encargada de ir a buscarlo con el auto para llevarlo a dar misa a su iglesia, comenzaron a disfrutar cada viaje, a charlar mucho, sobre todo a reírse.
Julieta dejó los hábitos a sus 37 años, aún sin red decidió dar un paso al costado y empezar a vivir una nueva vida, pero no se imaginaba lejos de Hugo.
Ella apostó al amor y un día le confesó que le estaban pasando cosas, a el no le pareció una locura, también sentía algo por Julieta. Se siguieron viendo en su casa, los rumores empezaron a crecer, la gente hablaba, para la iglesia era un escándalo.
Estuvieron dos años viviendo un amor prohibido, a escondidas del mundo. Hugo se sentía infiel al amor de ella y también infiel a la iglesia, con miedo y muchas dudas se animó a dejar los hábitos y jugarse entero a vivir el amor con Julieta.
Hace un año y medio se casaron, ya no se esconden, viven juntos y celebran su amor todos los días sabiendo que nada los va a separar.