Es un templo inacabado, en continua evolución, que no tiene vocación de "obra terminada". Así es como el escultor jefe de la Sagrada Familia Etsuro Sotoo define la ópera prima de Gaudí; y nunca podremos profundizar en este espiritual concepto, si antes no indagamos en la filosofía de la transgresión espiritual que Sotoo supo identificar en un arquitecto Gaudí cuyo motor era la fé, aunque el pragmatismo haya frivolizado su maestría, relegándolo a mero icono del Modernismo.
"¡Gaudí no era modernista, era gaudiano!" insiste, con énfansis, Etsuro Sotoo. Su adoración por el "maestro" es tal, que incluso ha doblegado su propio "ego" de artista, en pro de ensalzar su esencia. Y, sin embargo, asegura que Gaudí dejó su propia obra terminada. Nada más y nada menos, que la labor de "construirse a sí mismo".
Sotoo, autor del magistral conjunto "La Orquesta Celestial" de La Puerta del Nacimiento, no tiene otra pretensión que la que dirigió al propio Gaudí. "No hay prisa", asegura, argumentando que uno de los grandes males de la humanidad es, precisamente, la prisa. Su objetivo, definitivamente, no es el de ser el arquitecto que termine el Templo de la Sagrada Familia.
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