La familia ‘Jarocho’, apodo acuñado por Domingo Dominguín en los años 60, conserva como reliquias los trastos de torear de Iván Fandiño y un macho del vestido de Víctor Barrio de la fatídica tarde de su muerte en Teruel.
Ahora, esta dinastía que nació en la salmantina Boadilla y prosiguió al sureste de la provincia de Burgos en el municipio de Huerta de Rey, alumbra un nuevo diamante: Roberto Martín, ‘Jarocho hijo’, el novillero que conquistó la puerta grande de Las Ventas y que también estará presente en la próxima Feria de Julio de València después de su presentación en sociedad en la Feria de Fallas: “València fue la primera plaza de primera que pisé, no me conocía prácticamente nadie”.
‘Jarocho’, convencido de que su concepto debía llegar al máximo número de gente, golpeó con la belleza de su toreo los labios de la plaza más exigente del mundo, que tenía la sed de tenerlo, de registrar casi a ciegas en su memoria esa manera de rescatar el toreo más puro y bello. Y salió por la puerta grande en pleno San Isidro, con tan solo 19 años, entre el clamor de jóvenes, niños y compañeros de la Escuela Taurina de Madrid después de mostrar exquisitamente quién era frente a dos novillos nada fáciles.
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