Jesucristo dijo que nuestra vida de fe estaría marcada por la lucha (Juan 16,33), por el combate espiritual. Como en todo combate, es necesario conocer las estrategias del adversario.
A este propósito nos ayudan mucho textos como Éxodo, capítulo 1, ó Génesis, capítulo 3. A través del faraón, como ya vimos, o a través de la imagen de la serpiente, uno puede conocer las estrategias típicas del poder del mal, que es algo como lo que Moisés hizo en el desierto, según Número 21,4-9: poner a vista de todos a la serpiente, que así no logra su mortífero propósito.
Dos acciones de la serpiente se destacan en Génesis 3: calumniar a Dios y contagiar de soberbia. La serpiente quiere sobre todo que uno entre en la Gran Mentira, y esta es: que uno TIENE que escoger entre ser obediente (a Dios) o ser feliz.
Cristo ha venido a derrotar la Gran Mentira con la Gran Verdad, es decir, con la revelación del verdadero rostro de Dios. Y cuando uno ha sido sanado, consolado, liberado y levantado por el amor de Cristo, y del mismo Cristo escucha: "¡No vuelvas a pecar!" uno comprende que la auténtica felicidad está en la obediencia y fidelidad a Dios.
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