Wilson estaba destinado a serlo. El partido sin hits que lanzó para los White Sox el 11 de agosto de 1991 cambió no sólo su vida, sino también la forma en que la nueva generación de un país abrazaba el béisbol.
A lo largo de los años, cuando se le preguntaba por el partido, repetía: "Fue un regalo de Dios” .
Wilson Álvarez se convirtió en el cuarto lanzador más joven de la historia en lograr la hazaña. Fue el decimotercer lanzador de los Medias Blancas de Chicago en lanzar un no-hitter, y el suyo fue el decimocuarto partido sin hit en la historia de la franquicia. Fue el primero para un lanzador venezolano. Y sólo era su segundo partido en las grandes ligas.
El mundo del béisbol de las grandes ligas escuchó por primera vez el nombre del zurdo Wilson Álvarez en julio de 1989, cuando los Rangers de Texas lo llamaron para una salida esporádica el 24 de julio. En su Venezuela natal, Álvarez ya era un nombre conocido, sobre todo en Maracaibo, su ciudad natal, donde había sido noticia desde que era un niño que jugaba en las ligas menores.
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