La primera máquina expendedora de la que tenemos constancia escrita, fue diseñada por el ingeniero e inventor griego Herón de Alejandría en el siglo I d.C.
Estas máquinas se encontraban a la entrada de los templos de Tebas y el alto Egipto, y funcionaban con una moneda de cinco dracmas, que al ser introducida, proporcionaba agua para lavarse la cara y las manos.
Al depositar la moneda, su peso hacía vencer la balanza del sistema de la máquina, abriendo la válvula por la que salía el agua. Una vez que la moneda caía por completo, la balanza volvía a su posición original, cerrando la válvula.
En la historia moderna, no fue hasta 1880 que se instalaron las primeras máquinas expendedoras en Londres, que funcionaban con moneda corriente y dispensaban tarjetas postales.
Desde entonces, las máquinas expendedoras han evolucionado y se han convertido en una parte integral de nuestra vida cotidiana.