En 1798, Napoleón encabezó un viaje a Egipto que supuso el nacimiento de la egiptología. En la sección “Esto me suena” de “El Condensador de Fluzo”, Carmen Guillén habla sobre esta expedición, concebida como una campaña militar con miles de soldados para debilitar a los británicos entrando a India desde Egipto. En el viaje, Napoleón llevó también a más de 160 estudiosos de todas las disciplinas, como matemáticos, geógrafos o historiadores.
En 1799, un destacamento militar dirigido por el oficial Pierre François Bouchard encontró una piedra granítica de unos 760 kg: la piedra de Rosetta. Bouchard observó que, además de con jeroglíficos, estaba escrita en griego antiguo y demótico. La piedra fue trasladada a El Cairo y pronto se descubrió su valor: podía ser la clave para leer jeroglíficos. Hasta el momento, nadie había conseguido descifrarlos. Tras su hallazgo, las grandes potencias europeas iniciaron una carrera para conseguir las maravillas más importantes, sentando las bases de las colecciones egiptológicas del Museo Británico o del Louvre.
Durante el siglo XIX y el XX varios descubrimientos alimentaron la egiptomanía, como el templo de Abu Simbel, el Libro de los Muertos o el busto de Nefertiti. El boom llegó en 1922 con el descubrimiento de la tumba de Tutankamon por el egiptólogo Howard Carter y su patrocinador Lord Canavon. Tanto sus restos como el ajuar habían sobrevivido a robos durante más de 3000 años. Aunque se ha convertido en el faraón más famoso de la historia, el reinado de Tutankamon fue muy breve: llegó al trono con 12 años y murió aproximadamente a los 20. Si quieres saber más, dale al play y no te pierdas la sección completa.
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