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A Roca Rey se le vino por dentro el primero de su lote, obligándole a rectificar en el último momento para evitar que se le llevara por delante. No resultó un saludo lucido, lo bregó y sacó de tablas. Se siguió colando por el pitón derecho en los tercios posteriores. El peruano lo esperó en los medios, citándolo desde allí y el animal respondiendo desde el burladero. Eso sí, tuvo que acortar distancias antes para que el animal atendiera, recibiéndolo con varios pases cambiados por la espalda y continuar sin probaturas. Se echó la muleta a la mano izquierda y entre extraños dejó unos primeros naturales dubitativos, pero a los que seguidamente cogió el aire, pero sin la aprobación del respetable. El diestro se lo echaba fuera, perdiendo de vista las embestidas. Cambió al derecho mostrándolo en el uno a uno, con mayor profundidad y transmisión, exigiéndole abajo, rompiéndose con el animal pero sin confiarse, teniendo que aguantar las miradas y parones. El peruano le dio la emoción que le faltaba, jugándosela en las distancias cortas, pasándolo en redondo, a merced de cualquier arreón que le pudiera echar mano. Se perfiló y se la metió hasta la bola, pero delantera y sin efecto por lo que tuvo que descabellar.