Рет қаралды 10,717
Los cuerpos aparecieron en un lote abandonado de la avenida 99, a las afueras de Phoenix, Arizona, pero ellos eran de allá, de hasta arriba de la sierra, de Oaxaca, de México. Los encontraron a finales de febrero cerca de una gran avenida, en un baldío lleno de arena y pequeñas rocas, pero ellos crecieron donde crecen pegados los pinos. Eran tres migrantes anónimos más: tuvieron que ser identificados por las huellas dactilares. A Herminio Pérez, Isauro Martínez y Abimael Jiménez los mataron en Estados Unidos, pero les lloran lejos.
Con el sol de mediodía en lo alto, las campanas de la iglesia de Santo Domingo Tepuxtepec repican por ellos este jueves de principios de marzo. El pueblo de 6.000 habitantes se ha convertido en una comunidad de mujeres, niños y emigrantes. Desde hace cinco años, los jóvenes salen en riadas hacia el norte. Las autoridades reconocen que hay días que se van grupos de hasta 50 personas. Antes casi siempre eran hombres, pero ahora también se van ellas. Como en muchas poblaciones de México condenadas a la pobreza, arriesgarse a cruzar la frontera y ganar en dólares es la única opción para vivir entre paredes de cemento. En el primer año de la pandemia, casi 36.000 oaxaqueños se fueron a EE UU.
Visita elpais.com
Más vídeos de EL PAÍS: cort.as/YGC9
Las noticias de esta semana: cort.as/-CwdZ
Síguenos en Facebook: / elpaisamerica
Twitter: / elpais_america
#Oaxaca #Migración #Arizona