Chopin Mazurka en La menor Opus 17 no 4
La Mazurca en La menor, cuarta y última obra del opus 17, es una auténtica obra maestra, en forma de poema de danza. La música aquí surge del silencio y al silencio regresa, comenzando y terminando en un "sotto voce".
Se abre con cuatro compases misteriosos llenos de música de acordes que parecen ignorar su curso posterior. Les sigue un tema inolvidable interpretado en "espressivo", sin duda de procedencia Cuiavia. Pero esto no es un cliché ni un espejo; es un recuerdo nostálgico, algo así como un despertar del letargo o de una profunda reflexión, buscando un camino, tímidamente, vacilante. Este tema regresa un par de veces, intercalado por música diferente, más concreta y real. Cada vez, devuelve lo mismo, pero no lo mismo; infinitamente modificado, pero siempre conservando ese aura de ensueño. Esta "meditación" del tema principal se interrumpe dos veces. Primero con un par de compases de música que de pronto resulta marcadamente vivaz y bailable.
La segunda entrada de música diferente trae un nuevo estado de ánimo: en la brillante tonalidad de La mayor, aparece el motivo de una mazurca. Chopin la hace tocar en un principio en un dolce (suavemente). Pero su deambulante melodía de mazur se guía sobre una quinta de bajo insistentemente repetida (durante treinta compases) y, en algunos lugares, incluso dos quintas. Y ese motivo se repite hasta el infinito, no insistentemente, sino obsesivamente… hasta el clímax, pero también de revuelta, protesta o clamor. Y luego -de nuevo tímidamente, vacilantes- volvemos al motivo inicial, al giro de la melodía intermitente de ese kujawiak onírico. A esto le siguen sólo un par de compases de un epílogo que se desvanece y el regreso de los compases iniciales, con su signo de interrogación sin resolver.
Yo interpreto esta mazurka como un sueño, un sueño dividido en dos partes, con dos interrupciones, la primera es una especie de pesadilla de la cual finalmente termina espacando y la segunda como un sueño romatico que termina bruscamente. Los tonos misteriosos y los cambios de compases a mi modo de ver tienen cierta similitud con nuestros incontrolables sueños.
Un abrazo a todos