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La segunda mazurca, en mi menor, aporta el tono "melancólico" de un kujawiak. Se tocará lento ma non troppo. La melodía parece evocar el estado de ánimo y el carácter de la interpretación de algún violinista rural, experto en el arte de embellecer la melodía original. La sección central, no claramente marcada en esta mazurca, está llena de una mazur u oberek, una "danza en el lugar". Al principio, el motivo inicial de la mazurca regresa insistentemente, respaldado por un áspero golpeteo con el pie. Entonces el baile amaina. De ahora en adelante, sólo nos queda un movimiento de una pierna a la otra en anticipación del regreso de la melodía del baile. Aquí Chopin pone en primer plano la armonía: acordes que con su movimiento escalonado bailan únicamente en el lugar, limitados por la invariable nota del bajo. Vuelve la melodía kujawiak, y con ella el tono inicial, oscilando entre la vivacidad y esa reflexión "melancólica".