Nostalgia del Teatro Fantástico de Cachirulo
En los años sesenta del siglo pasado, los hogares mexicanos se reunían cada domingo para disfrutar de un espectáculo único: el Teatro Fantástico de Cachirulo, conducido por Enrique Alonso, conocido cariñosamente como Cachirulo. Aunque las transmisiones eran en blanco y negro, la magia de este programa trascendía las limitaciones técnicas de la época, capturando los corazones de niños y adultos por igual.
Enrique Alonso, bajo el personaje de Cachirulo, no solo actuaba como un maestro narrador, sino que también dirigía una compañía teatral que transformaba los cuentos clásicos en vivencias inolvidables. Cada semana, a las 19:00 horas por el canal 2 de Televicentro (hoy Televisa), se presentaban historias llenas de princesas, reyes, ogros y hadas, transportando a los espectadores a mundos de fantasía y aprendizaje.
El encanto de Cachirulo no residía solo en su característico cabello rojo y rizado, ni en su vestimenta de camisa blanca con líneas diagonales rojas y pantalón blanco, sino en su habilidad para despertar la curiosidad por la lectura y la narrativa entre los niños. Cada episodio culminaba con su emblemática despedida: "Adiós, amigos, ¡y no olviden tomarse su chocolatote!", una frase que se convirtió en un ícono de la cultura televisiva mexicana.
La influencia de Cachirulo trascendió las pantallas. Enrique Alonso, además de ser un prolífico actor y director, fue un apasionado investigador de la literatura clásica. Desde 1955 hasta 1969, durante 15 años consecutivos, el Teatro Fantástico cautivó a los espectadores con 728 cuentos fantásticos, consolidando su lugar como uno de los programas más queridos y recordados de la televisión mexicana.
La compañía teatral que acompañaba a Cachirulo, integrada por talentosos actores como María Rojo, Ángela Villanueva (conocida por su papel de la Bruja Escaldufa), y Carlos Alonso, entre otros, contribuyó significativamente a la calidad y el éxito del programa. Su habilidad para interpretar diversos personajes y su dedicación a la narrativa teatral hacían que cada historia cobrara vida de manera única y emocionante.
A pesar de los cambios en la tecnología y el entretenimiento, el legado de Cachirulo y su Teatro Fantástico perdura en la memoria colectiva de quienes tuvieron el privilegio de vivir esa época dorada de la televisión mexicana. Más que un programa infantil, fue una experiencia comunitaria que unió a familias y educó a generaciones enteras sobre el poder de los cuentos para inspirar, enseñar valores y avivar la imaginación.
Enrique Alonso, quien también escribió guiones y adaptó obras teatrales, dejó una huella imborrable en la cultura mexicana. Aunque su paso por la televisión tuvo otros intentos después de Televicentro, como en Canal 13 y TV Azteca, su legado más perdurable sigue siendo el Teatro Fantástico, un programa que no solo entretuvo, sino que dejó una marca profunda en la infancia y el corazón de todos aquellos que tuvieron el privilegio de ser sus espectadores.