En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
San Miguel Arcángel defendednos en el combate, sed nuestra protección contra los embustes y celadas del demonio. Lo subyugue Dios, lo pedimos insistentemente; y Vos, príncipe de la Milicia celestial, por el divino poder, precipitad en el infierno a satanás y a todos los espíritus malignos que vagan por el mundo para perder las almas. Amén.
Líbranos Señor de todo mal y de toda perturbación diabólica, Vos que, por la muerte y resurrección de Jesucristo, vuestro amado Hijo, nos liberasteis del poder de las tinieblas y de la muerte y nos transferisteis para vuestro Reino de luz y santidad, liberadnos de todo dominio y ligación con satanás y sus ángeles.
Liberadnos de todas las fuerzas del mal, destruidlas, para que podamos recuperar la paz y vivir según vuestra santísima voluntad.
Liberadnos de todos los maleficios, de las brujerías, de la magia negra, de las misas negras, de los hechizos, de las maldiciones, del mal de ojos, de los ritos satánicos, de los cultos satánicos, de las consagraciones a satanás.
Destruid cualquier ligación con satanás y con todas las personas ligadas a satanás, vivas o difuntas.
Liberadnos de toda infestación diabólica, de toda posesión diabólica, de toda obsesión diabólica, y de todo aquello que es pecado o consecuencia del pecado.
Destruid Señor todos estos males en el infierno para que nunca más nos atormenten.
Dios Padre todopoderoso, os pedimos, en nombre de nuestro Jesucristo Salvador y por la intercesión de la Santísima Virgen Inmaculada, por la intercesión de San José, terror de los demonios, que ordenéis a todos los espíritus inmundos, a todas las presencias que nos atormentan a dejarnos inmediatamente, a dejarnos definitivamente y a ir para el infierno eterno, encadenados por San Miguel Arcángel, por San Gabriel, por San Rafael, por nuestros santos ángeles de la Guarda, aplastados debajo del talón de la Santísima Virgen María, nuestra Madre Inmaculada.
Vos Señor que nos criasteis a vuestra imagen y semejanza en la santidad y en la justicia, y después del pecado no nos abandonasteis, antes con sabia providencia cuidasteis de nuestra salvación, por el misterio de la Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección de vuestro muy amado Hijo, salvadnos y liberadnos del mal y de la esclavitud del enemigo; apartad de nosotros el espíritu de mentira, soberbia, lujuria, avaricia, ira, envidia, gula, pereza y de toda especie de maldad.
Recibidnos en vuestro Reino, abrid nuestro corazón para entender vuestro Evangelio, para que vivamos siempre como hijos de la luz, demos testimonio de la verdad y practiquemos el bien, según vuestros mandamientos.
Con el soplo de vuestra boca expulsad, Señor, los espíritus malignos: ordenad que se retiren porque llegó vuestro Reino. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.
El Señor nos bendiga y nos libre de todo mal, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.
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