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LA MADRE DE TODAS LAS SOBAS
Salimos hacia París el 18 de agosto y reconozco que de la prueba... sabia la mitad.
Quiero decir, que tenía clara la distancia de algo más de 1.200 Km, que había que hacerlo en menos de 90 horas buscándonos la vida... Vamos, que como en otras ocasiones iba con una idea poco concreta de la prueba en sí, pero con la seguridad de que nos iba a tocar pasar las de Caín.
Y acerté, pero me quedé bastante corto.
Siempre había escuchado hablar de PBP como una de ultimas fronteras del ciclismo, pero como no había dorsal ni grandes puertos... reconozco que no terminaba ni de impresionarme ni de captar mi atención.
Santy lo propuso el años pasado y como siempre, el resto de Machacas dijimos que con él al fin del mundo.
Él confía en mi bagaje como ciclista total para lo que sea, pero en esta ocasión me insistió no pocas veces en que, además de cumplir con el clasificatorio de las Brevet previas, debía hacer un poco de trabajo mental en solitario, sobre todo por la noche.
Es verdad que en todas las palizas que hemos ido compartiendo en este canal, más otras muchas que no tienen video, siempre he ido acompañado por unos o por otros, pero en solitario no se había dado el caso o no al menos al punto de derrumbe.
Por ese motivo, aprovechando una semana de vacaciones familiares en Santoña, mandé a mi gente en coche y yo fui desde Madrid y la semana siguiente regresé a Madrid, pedaleando toda la noche... y por suerte o por desgracia para mi, me lo hice con bastante solvencia, quiero decir, que tardé apenas 14 horas en cada trayecto, pero no llegué al punto de desahucio físico y mental que en mi buscaba Santy, para que me viera jodido, a solas y a saber donde, en mitad de la noche... para que lo gestionara y que ya en PBP esa situación delicada no me pillara de nuevas.
Es verdad que esas dos ultimas tiradas previas en solitario pasé sueño, un poco, pero no lo de PBP, porque en Francia literalmente llegó un punto en el que me daba terror pestañear, porque estaba seguro de que si ambos párpados se tocaban... ya no iban a volver a abrirse... Y así tres días.
De piernas fenomenal, de verdad que sí, de dolores físicos, los normales dadas las circunstancias... Pero ser consciente de que si te relajas te vas a la cuneta... es una pesadilla a pedales, de día y de noche.
Es increíble ver como eres capaz de dormirte profundamente en cualquier parte...y como el cuerpo se recupera.
Esto es una locura, un exceso en el que muchas veces te preguntas por qué le estás haciendo esto a tu cuerpo.
Es una distancia que pone en evidencia hasta el más leve fallo y la mínima fisura se convierte en fractura.
Quiero decir, que si la costura de un culote te hace una ligera presión más allá de la que debiera, por ahí acabarás sangrando. Si la posición sobre la bici no está perfectamente afinada para ese tipo de sometimientos...pues te pasará como nos ha pasado a muchos: que casi un mes después no hemos recuperado toda la fuerza en las manos y que los dedos de los pies...bueno, como si venimos de hacernos los 14 ochomiles... Yo sé que no los he perdido porque los veo, pero sentirlos, no los siento.
El calor nos abrasaba durante el día, el frío nos helaba por la noche ... hasta que el dolor estructural generalizado se acabó convirtiendo en un compañero más de la grupeta de Los Machacas.
El cansancio extremo te hace perder la paciencia en más de una ocasión, provoca ataques de risa, de amor, de silencio, de vaciado mental absoluto, porque hay un punto en el que avanzar y restar kilómetros...es lo único que puede ocupar tu voluntad, porque como te distraigas en otra cosa, te evades... y te duermes.
Paris Brest Paris no es una prueba para motivados ni para ciclistas de tendencia que buscan modas pasajeras. Presenciamos auténticos dramas, vimos a personas absolutamente exhaustas con efectos físicos en el cuerpo que me dejaron sin palabras.
La imagen de ciclistas sujetando sus cabezas con palos en la nuca para evitar que se les cayera contra el manillar por el agotamiento de sus músculos... aún me persigue. Lo que al principio me conmocionaba, ver ciclistas tirados por el cansancio en los lugares más insospechados, desde la vuelta a Brest hacia Paris, ya ni captaban mi atención.
Paris Brest Paris nos ha dejado cicatrices físicas. También nos ha regalado recuerdos imborrables de una prueba que es mucho más que una cita de resistencia física, porque es un testimonio de la fuerza oculta que hay en cada persona y un recordatorio de cómo las tuvieron que pasar los pioneros del ciclismo de resistencia, para que nosotros ahora podamos ser héroes de Strava o super estrellas de KZfaq, usando las bicicletas básicamente como atrezo o extensión del ego, sin pasión ni intención.
Podré editar el video con todos los efectos que quiera o usar musica muy molona, pero quédate con una idea bien clara: Paris-Brest-Paris es la Madre de todas las Sobas.
#parisbrest #angelcycleworks