Me conservé como recuerdo de guerrero feroz, en mi yelmo reflejé mis esperanzas, pero en en mi fiereza voraz, encontré el orgullo de mi pelea; la resistencia misma de un guerrero que forja el camino de otro; la idea única de ganar, de quebrantar la voluntad del oponente cruel y despiadado que sin resquemor ni valor pretende; mis rodillas, doblar.
Guerrero fui, a las ordenes de la avaricia, la sed de poder y la lujuria de las pasiones banales, me entregué por completo a una lucha sin iconos, ni estandartes de batalla y más; le concebí al triunfo una mera gloria efímera, esa que se disuelve entre los dedos.
Hoy desenvaino mi espada por una lucha superior, regia; majestuosa, le sirvo un propósito mayor, esperando el beneplácito de mi Señor, que acordándose de mis buenas obras, reserva para mí un espacio en los campos - lirios, para mi cuerpo abatido.
Guerrero soy, entre las fieras del averno fui llevado, trasquilado como oveja pero embravecido como león; rugir son mis palabras, de fuerza y poder mis brazos forjados en voz de mi Señor, que sobre mis cargas puso el símbolo de mi batalla, la muestra clara que imbatible soy a pesar del jolgorio de mis rivales, que beben y comen con sales, se asean en aguas termales y cantan sonetos de gloria a mis penas.
Guerrero sigo siendo; soy, sigo, seré, vine y aún conquisté. En mis manos he de blandir los metales con los que forjaré un destino; en orgullo a mi nación, mi credo y mi honor, derribaré cualquier muralla que trate de frenar mi avanzar.
Al adversario le recordaré con sudor y lágrimas que inquebrantable mi espíritu es; que incansable es su empresa de verme lamer la tierra por donde han de caminar mis pies. Conquistaré aún lo que nunca ha sido conquistado, mostraré mis símbolos como rédito de mi victoria.
Trazaré una línea y por ahí empezaré, caminaré sombrío por mares de llanto y muerte; mi alma no temblará ante incertidumbre alguna, porque la fuerza y el aliento de mi Señor; a mí me acompañaran.
Seré tormentoso rival, de ser posible contra la tempestad misma.
Vientos del norte, vientos del sur, vientos del este y el oeste; contemplad, que mis brazos cansados están, que mi frente negra por la tierra de vuestra inclemencia a mi intentaron sin éxito desafiar. Seré inquebrantable, aún cuando me rompa en finas piezas de cristal cortante.
Recordadme en el crujir de los metales, guerrero soy; inevitable vivo; soy vigor hecha fuerza, agresividad que salva vidas; soy fiereza y masculinidad que construye, que edifica, que reza y que derriba tiranos, que doblega al malvado; y que en obediencia a mi Señor, levanta al marginado y al que cuyas prendas manchadas están.
Soy ambición, la personificación barroca de un hombre que no cederá. Ambivalente fui entre las multitud temerosa, volví con grandeza en el alma; y la sola idea de hacerme grande. Me recordarán como el magnánimo, como el vengativo; aunque por dentro humilde a mis propósito fui; más allá de toda comprensión humana.
Inmortal, he de hacerme y a cada alma que algún día visite mi mausoleo; por los años que están por venir, recordará que aquí he muerto en obediencia a mi propósito, y en virtud de los caminos de mi Señor.
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