Deja ya de preocuparte que no va a pasarnos nada,
esta es la Tierra del arte, alegra primo esa cara,
y aquellos dos querubínes a que no sabes qué hicieron,
subieron por Placentines, bajaron por Chapineros
llegaron al Salvador por la calle Álvarez Quintero,
entraron por esa puerta, bebieron en esa fuente,
y en las ramas de estos naranjos se sentaron sonrientes.
A que ha merecido la pena, que nos saltemos las leyes,
fíjate bien como suenan, que son Virgen de los Reyes.
Y cuando suena Sevilla,
suena a rosa y a jazmín, a clavel y a clavellina,
a Lanzada en San Martín, en San Vicente Buen Fin,
San Bernardo a Chicuelina,
suena a media de romero, el Arenal Baratillero,
la saeta milenária de la Plaza de San Pedro,
suena a las Siete Palabras, y en Orfila...
a Panadero.
Y cuando suena Sevilla,
suena a rosa y a jazmín, locuras de partituras escritas todas para tí,
suena a todo lo que me gusta
suena a barrio de Postigo, a Polígono de San Pablo,
Tiro de Línea, a Cerro y a Porvenir.
Y fuera de tus murallas, pegada al Guadalquivir,
Sevilla suena a Triana y a su forma de sentir,
suena Sevilla a la vida, con los acordes del cielo,
suena a plata de varales, campanillas y terciopelo,
suena izquierdo por delante, a pasito y a costero,
suena como nadie save porque suena al mismo cielo,
suena a Virgen de los Reyes...
suena música del pueblo.
Suena a chicotá perfecta,
ante Anás en San Lorenzo,
y en la calle Santiago, tiene el sonido de un verso,
suena a Agua en Dos de Mayo, y también en el Museo,
suena a palio azul y plata, en los Jardines de Murillo,
y en la Cuesta del Rosario, a Los Caballos y San Benito,
y suena como los Ángeles..., cuando pasan Los Negritos,
y en la Plaza de los Carros, tiene Sevilla el sonido de las ramas de un olivo, y las cuentas de un Rosario,
por eso los querubínes, que bajaron desde el cielo,
cuando llegaron arriba y en el Portón de La Gloria
los esperaba San Pedro,
se pusieron de rodillas, y a la vez, los dos dijeron...
hemos estado en Sevilla...
¡que es como están, en el cielo...!