Ciclo de conferencias CELEBRANDO LA HISTORIA DE ESPAÑA
La proyección europea de la Constitución de 1812
Raquel Sánchez García
Profesora titular de la Universidad Complutense de Madrid.
La década de los años veinte del siglo XXI nos sumerge en la conmemoración de los acontecimientos históricos que marcaron el inicio de liberalismo en España. Hace doscientos años que los españoles tuvieron la oportunidad de experimentar lo que era vivir en un régimen político presidido por la libertad. Ello fue posible gracias a la Constitución de 1812 que, a partir de 1820 y tras ser jurada por el rey Fernando VII, se convirtió en el texto que rigió la vida política del país hasta 1823. Este periodo, que conocemos como Trienio Liberal, fue una época plena de actividad en la que florecieron los periódicos, los clubes de debate y el interés de la población por la política y por lo que la Constitución podría aportar a sus vidas. Es cierto que la Constitución había sido promulgada en la época de la Guerra de la Independencia, pero su funcionamiento efectivo quedó restringido a la ciudad de Cádiz y en un contexto bélico que no permitía su aplicación y desarrollo completos. Con el retorno de Fernando VII en 1814 y, con él, el absolutismo, la Constitución pasó a convertirse en la bandera política de los liberales españoles, que esperaron pacientemente su oportunidad para volver a hacer del texto gaditano la guía política del país. Esta oportunidad vino de la mano de los militares Rafael del Riego y Antonio Quiroga con las tropas que se hallaban preparadas para embarcar hacia América en enero de 1820.
Afortunadamente, disponemos de muchas fuentes de información para estudiar la Constitución de 1812 y analizar sus limitaciones y sus avances, por lo que podemos prestar atención a otros temas igualmente relevantes sin caer en el olvido de los elementos fundamentales que hicieron del texto gaditano un referente de primera importancia en el ámbito del derecho constitucional español. Esta charla se ocupará de algunos de esos otros temas pues considero que, aprovechando los doscientos años del Trienio Liberal, se
hace necesario rescatar unos episodios que nos muestran dos cuestiones de gran interés y que nos plantean reflexiones que se insertan plenamente en el marco de este ciclo de conferencias. Por una parte, la estrecha relación de la historia de España con la historia de la Europa de la época. Por otra, la falsedad de un estereotipo demasiado común entre el público general: la excepcionalidad de la historia española. Mi objetivo será, por tanto, estudiar la proyección europea de la Constitución gaditana para conocer la relación entre el liberalismo español y los liberalismos europeos.
Para llevar a cabo esta labor, será necesario entender primero por qué la Constitución de 1812 se convirtió en un mito para el liberalismo europeo y por qué España, entre 1820 y 1823, fue conocida como “el país de la libertad”. Todo ello teniendo en cuenta que el paisaje de fondo viene marcado por la Europa de la Restauración, momento en que las potencias vencedoras de Napoleón Bonaparte marcaron las reglas del juego político en el ámbito internacional y, de forma indirecta, en la política interna de las potencias secundarias. La España del Trienio Liberal fue un foco de libertades en un entorno de reinos absolutistas, con la excepción del Reino Unido. En ese contexto, la Constitución de Cádiz se iba a convertir en un símbolo para los liberales europeos que, desde el exilio o la clandestinidad de las sociedades secretas, conspiraron para cambiar el régimen político de sus respectivos países. La influencia de lo que se denominó en aquella época «la revolución española» fue especialmente importante en Portugal y en los reinos italianos de las Dos Sicilias y de Cerdeña, donde las aclamaciones a la Constitución de 1812 fueron moneda común entre los liberales portugueses y entre los padres del Risorgimento italiano. El análisis de los procesos revolucionarios habidos en estos territorios nos ayudará a entender el peso de la Constitución de 1812 en el liberalismo europeo del siglo XIX y su papel en la creación de una ciudadanía políticamente concienciada.