No existe ninguna mesa de los hogares españoles en los que falte el atún, en cualquiera de sus modalidades. Hoy queremos aportar imágenes y alguna información sobre la captura de esta joya gastronómica y el mundo que la rodea.
La pesca del atún rojo con almadraba es una vieja técnica que consiste en enfrentar varios barcos desde los que se sorprenden el paso de los atunes con una maraña de redes. Los atunes pasaban cerca de las costas dos veces al año, una en dirección al Mediterráneo y otra en dirección contraria, hacia el océano Atlántico en tiempos de calor.
En la provincia de Huelva existieron varias almadrabas, siendo una de ellas la de Nueva Umbría, en la Flecha del Rompido, que es la que os vamos a mostrar en estas imágenes.
El Real de Almadraba de Nueva Umbría (Real Nuevo) es un pequeño poblado, actualmente en desuso, construido por el Consorcio Nacional Almadrabero para explotar la almadraba que estaba calada frente a la costa. Comenzó su actividad en 1929, acabando en 1963. En esos años fueron capturados unos 250.000 atunes y 20.000 atunarros, además de pargos, caballas, bonitos, corvinas, peces espada, peces luna, etc.
El Real de Almadraba es un conjunto de edificios e instalaciones cuyo fin era albergar tanto a trabajadores y sus familias como a las actividades relacionadas con la explotación almadrabera. La temporada de trabajo iba de febrero a octubre y en este complejo vivían unas mil personas, de los cuales unos doscientos eran almadraberos.
Podemos observar en este conjunto los simétricos barracones. En éstos, divididos en pequeñas casas de una habitación, vivían los almadraberos con sus familias; los que no tenían familia dormían en la “casa de los solteros”, que tiene literas de mampostería en las paredes, a modo de nichos. Junto a los barracones se encuentra la chimenea, que servía para calentar la brea con la que se protegían las redes. Casi pegado al embarcadero se encuentra la caseta de gasoil y, separada del resto de edificios por una explanada, se encuentra la casa del capitán, reconocible por su torre cuadrangular. Desde esta torre-mirador era posible ver las embarcaciones que faenaban en la almadraba, desde las cuales, los marineros, mediante un sistema de banderas, informaba sobre las capturas del día. Si la levantada era buena, de más de quinientos atunes, se izaba la bandera de España en el mirador y todos lo comentaban en el poblado al grito de “¡bandera!, ¡bandera!”.
Entre la casa del capitán y la caseta de gasoil se situaba una gran explanada, hoy cubierta de pinos y retamas, donde se llevaban a cabo labores de mantenimiento y reparación de redes y pertrechos. Unos cientos de metros al oeste se encontraba el Real Viejo, inactivo en 1817 y totalmente en ruinas.
El cielo gris y el verde pinar nos acompañaban, pero estos edificios resisten silenciosos el paso del tiempo, acompañados de los susurros de pinos y retamas.
La estampa no puede ser más marinera: una preciosa flecha literal que separa una preciosa playa virgen de arenas finas y blancas, de la ría del Piedras. En una de las orillas de esta ría, los restos del embarcadero de la almadraba, que aún puede ser visible en bajamares; por el otro, el núcleo turístico de El Rompido, con sus puertos deportivos. En su orilla, unas preciosas barquillas presumen de sus aires marineros.
El Real de Almadraba de Nueva Umbría sigue dominando el paisaje de la Flecha del Rompido. Las noticias sobre su futuro parecen ser buenas: declarado por el Gobierno andaluz Bien de Interés Cultural con la tipología de Lugar de Interés Etnológico, en breves fechas saldrá a la luz un proyecto por parte de la Junta de Andalucía que contempla medidas concretas para la recuperación y puesta en valor de este conjunto patrimonial.
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