1. No merecemos nada:
La gracia de Dios es un regalo inmerecido. La Biblia nos recuerda que “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Reconocer nuestra incapacidad para alcanzar la salvación por nosotros mismos es el primer paso hacia la humildad y la gratitud. No hay mérito en nosotros que nos haga dignos del amor de Dios, pero Su amor es incondicional.
2. Estamos perdidos:
Sin Cristo, estamos espiritualmente perdidos. Como ovejas sin pastor, vagamos en la oscuridad y el pecado. Isaías 53:6 dice: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; pero Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” Esta es una realidad difícil de aceptar, pero esencial para entender la necesidad de un Salvador.
3. Cristo nos rescató:
Jesús, en Su infinita misericordia, dejó el cielo para venir a la tierra y buscar a los que estaban perdidos. Él vino a rescatarnos del poder del pecado y la muerte. Su sacrificio en la cruz fue el acto supremo de rescate, pagó el precio de nuestra redención con Su propia sangre. Colosenses 1:13-14 declara: “Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado, en quien tenemos redención, el perdón de los pecados.”
4. Nos redimió:
La redención implica ser comprados de vuelta. Jesús pagó el precio para liberarnos del pecado y la muerte. 1 Pedro 1:18-19 nos dice: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.”
5. Nos salvó:
Finalmente, Jesús nos ofrece salvación eterna. Al aceptar Su sacrificio, somos salvos de la condenación eterna y tenemos la esperanza de vida eterna con Él. Efesios 2:8-9 afirma: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
#redimidos ##redimido #reflexion #devocionalsemanal #fe #mensaje