"El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará" (2 Corintios 9:6). Como cristianos, estamos llamados a ser sabios sembradores, plantando semillas de amor, fe y esperanza en el corazón de aquellos que nos rodean. Cada acto de bondad, cada palabra de ánimo, cada momento de oración es una semilla que Dios puede hacer crecer en una abundante cosecha de bendiciones. No desmayemos en hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos si no desmayamos (Gálatas 6:9). Seamos diligentes y generosos en nuestra siembra, confiando en que el Señor, el dueño de la cosecha, traerá fruto en su debido tiempo.
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