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Podemos afirmar la soleá es el estilo flamenco modélico: por su compás -amalgama de un 6/8 y un 3/4-, la tonalidad modal -la escala andaluza propia del cante y toque por soleá, y los melismas de su melodía. Atesorando además un material literario de gran variedad.
La soleares, como buena parte de los estilos flamencos, basan su estructura formal en el modelo de: introducción de guitarra, ayeo de salida, cante de preparación, cante valiente y remate, con las falsetas intercalando las distintas letras.
La soleá es uno de los bailes más emblemáticos del flamenco y, tal y como ocurre en el cante, su ejecución reúne todos y cada uno de los elementos esenciales de la estética bailable del flamenco. Muchos de ellos seguramente tomados de otro de los más antiguos bailes flamencos, las alegrías.
Ricardo Molina toma las palabras del romanista Karl Vosler para decirnos que el origen de la palabra “Soleá, Solear y Soleares, está tomada del vocablo castellano “SOLEDAD”, y que este término procede, a su vez, de los nombres “Soidade, Soedade, Suidade” de la lengua gallego-portuguesa. Parece que el tener parentesco no demuestra que se derive de ella; no es Galicia ni Portugal las que influyen en Andalucía. La difusión de la palabra “Soleá” tuvo lugar en el siglo XIX, pero en el XVIII ya es popular este nombre por la devoción del pueblo andaluz a la Virgen María, bajo la advocación de “Nuestra Señora de la Soledad”. El tema de “Las Soledades” aparece en los siglos XVI y XVII en muchos poetas, sobre todo en Luis de Góngora. Se cree que ya en esta época existían “Cantos de soledades” que, aunque relacionadas líricamente con las “Soidades”, nada tienen que ver con las “Soleares flamencas”.
El origen de la palabra “soledad” podría estar relacionada con “Solere, solearis, o el verbo “solor”. Hay una frase latina que dice “laborem cantu solari”: aliviar el trabajo con el canto/cantando, ¿no podría tener alguna relación con la forma de trabajar los campesinos andaluces?