Una tarde de verano, mientras caminaba por un sendero poco transitado en el campo, me topé con un ESPECTÁCULO INESPERADO. El camino, bordeado por altos árboles y exuberante vegetación, se abrió de repente para revelar una vista desconcertante: una casa de estilo Indiano con la palmera en la entrada principal, con tejados, ventanas y fachadas como si la acabasen de construirla, totalmente nuevos. Se erguía solitaria en medio de un campo salvaje, colmado de árboles, ortigales y hierba alta.
Al acercarme, noté que la casa estaba rodeada por una serie de ESTATUAS DE PIEDRA, todas representando caballeros templarios de la Edad Media. Las figuras, no detalladamente esculpidas, portaban armaduras, espadas y escudos, con expresiones severas y vigilantes. Algunas mostraban signos de desgaste, como si hubieran estado allí durante siglos. La casa parecía deshabitada. La puerta principal, estaba ligeramente cubierta de muebles, como si la vida se hubiera detenido de repente. Sentí una mezcla de curiosidad y temor mientras me acercaba. Pero...