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Madrileños por el Mundo ha viajado casi 2000 kilómetros al nordeste europeo hasta Breslavia, en el Suroeste de Polonia. También conocida por su nombre nativo: Wroclaw, fue construida originalmente durante la Edad Media abarcando hasta 12 islas, conserva todavía numerosos puentes de gran encanto que recorren el río Odra.
Además en 2016, junto a San Sebastián, ha compartido el honor de ser capital europea de la cultura, lo que nos da una idea de lo que el turista puede esperar de Breslavia.
Jesús, un madrileño de Alcalá de Henares, nos recibe en Walbrzych, una localidad de la Baja Silesia a 100 kilómetros de Breslavia. Allí se encuentra el castillo de Ksiaz, una de las perlas de la arquitectura polaca. Durante la II Guerra Mundial se convirtió en un cuartel general de las SS. Recorremos la inmensa red de túneles que hay por debajo y donde se dice que los nazis hacían experimentos sobre la bomba atómica.
En Swidnica podemos ver la Iglesia de la Paz, la iglesia de madera más grande de todo el continente europeo y que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se trata de un templo evangelista construído en el S.XVII y para la que se utilizaron hasta 2000 robles. El interior de este cielo de madera es auténticamente espectacular.
El monasterio de Lubiaz fue nuestra siguiente parada. Es una obra maestra del barroco de Silesia y presenta una enorme fachada de hasta 230 metros, superior incluso a la de El Escorial. Por 3 euros se puede realizar la visita a este monasterio cisterciense.
De vuelta a Breslavia, paseamos por algunos de los barrios devastados por la II Guerra Mundial. La otra cara de la moneda la representa el Monopol, el único hotel cinco estrellas de la ciudad. Como curiosidad, fue construído sobre un cementerio.
Jessica, madrileña de Tres Cantos, nos lleva a conocer uno de los atractivos turísticos de Breslavia: sus enanos. Hay más de 300 distribuídos por toda la ciudad. En la Plaza de la sal, encontramos un mercadillo que vende flores los 365 días del año, las 24 horas.
Pasamos a conocer la zona de la Universidad, una de las más prestigiosas de Europa y que acoge hasta 180.000 estudiantes.
Otro de los edificios que más nos llamaron la atención es su museo: unedificio circular que alberga el cuadro que representa la batalla de Raclawice. El cuadro mide 120 metros por 15 de alto y ocupa todo el diámetro interior del museo de modo que se contempla en una visión de 360º.
También nos llamó la atención, por su belleza, la estación central de trenes.
Susana, madrileña de Alcorcón, nos recibe junto al río Odra que baña las 12 islas sobre las que se asienta Breslavia, de ahí que le llamen la 'Venecia de Polonia'. Con tanto río a lo largo de la ciudad son necesarios puentes, como el precioso 'Puente del amor', lleno de candados puestos por enamorados. Al cruzarlo damos con la Isla de la catedral, llena de clérigos y conocida como el pequeño Vaticano.
Visitamos la catedral de San Juan Bautista, majestuosa ahora pero destruída antaño por los bombardeos del ejército ruso durante la II Guerra Mundial.
El mercado de Breslavia y el Palacio Real fueron nuestros siguientes destinos. Actualmente el Palacio es un museo que se puede visitar y merece la pena hacerlo.
Tras un paseo por el Zoo de la ciudad, donde vimos en primera persona el bisonte europeo, nos despedimos de Susana y su novio.
Manuel, un profesor madrileño del Parque de las Avenidas, nos lleva hasta el auténtico centro de Wroclaw: la Plaza del Mercado. Es una especie de Plaza Mayor de Madrid.
Junto a la Plaza encontramos el Ayuntamiento de la ciudad, un edificio precioso. En sus bajos se encuentra el bar más antiguo de Europa, el Piwnica Swidnicka. Con 800 años de historia es uno de los grandes reclamos turísticos de la ciudad. Por él han pasado reyes, príncipes, Chopin, Goethe y personalidades de todas las épocas. Por debajo del bar hay una red de túneles que comunican el local con muchos de los edificios cercanos y se utilizaban como una manera de salir del Ayuntamiento.
La iglesia de Santa Isabel y el Pabellón del Centenario pusieron el colofón a un viaje sorprendente por lo inesperado.