Рет қаралды 140,946
UNA MUJER RICA ENFERMA LE PIDIÓ AL ENFERMERO QUE FINGIERA SER SU HIJO POR UN DÍA. MINUTOS DESPUÉS...
Juan Carlos, un joven enfermero de 28 años, estaba pasando por una etapa extremadamente difícil en su vida. Criado en un orfanato, siempre estuvo acostumbrado a luchar solo, pero recientemente las cosas habían empeorado. Las cuentas se acumulaban sobre la mesa de la pequeña cocina, y apenas podía dormir, preocupado por la falta de dinero y las crecientes dificultades financieras. Una mañana, mientras revisaba una vez más los clasificados en busca de una oportunidad, su celular sonó. El número desconocido trajo una punta de esperanza, y contestó de inmediato. "¿Hola?", dijo, intentando ocultar la ansiedad en su voz. "Buenos días, ¿es Juan Carlos?", preguntó una voz masculina, firme y autoritaria. "Sí, soy yo. ¿Quién habla?", respondió Juan Carlos, sintiendo una mezcla de curiosidad y nerviosismo. "Me llamo Daniel. Soy el esposo de la Sra. Valeria González. Estamos buscando un enfermero y recibimos una buena recomendación sobre ti. ¿Podrías venir a nuestra mansión para una entrevista hoy?" La sorpresa de Juan Carlos era evidente. No recordaba haberse postulado a ninguna vacante recientemente que pudiera haber llegado a una familia tan influyente.
Pero la oportunidad era demasiado buena para ignorarla. "Claro, señor. Estaré ahí lo más pronto posible. ¿Me puede dar la dirección?" Después de anotar cuidadosamente las instrucciones, Juan Carlos se preparó rápidamente. Se puso su mejor ropa y se dirigió a la mansión de los González, situada en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad. La imponente estructura del lugar lo intimidó por un momento, pero respiró hondo y siguió adelante, decidido a aprovechar esta oportunidad para cambiar su suerte. Al llegar a la mansión de los González, Juan Carlos quedó inmediatamente impresionado por la grandiosidad del lugar. La arquitectura imponente y los jardines bien cuidados indicaban la riqueza y la influencia de la familia. Un mayordomo abrió la puerta y lo condujo hasta una sala de estar lujosamente decorada, donde Juan Carlos esperó unos minutos. Pronto, Daniel entró en la sala. Era un hombre de apariencia austera, con un semblante serio que inmediatamente hacía que cualquiera se sintiera incómodo. Daniel extendió la mano hacia Juan Carlos con un apretón firme y sin mucha cordialidad. "Debes ser Juan Carlos", dijo Daniel. "Por favor, siéntate." Durante la entrevista, Daniel fue directo al grano, haciendo preguntas detalladas sobre la experiencia de Juan Carlos y sus calificaciones.