Es lo que proponemos para Cuba, una revolución de la pequeña finca familiar, con todo, y cada ciudadano de este país apostando y contribuyendo para que eso sea posible y que los agricultores que producen la vida de cada ciudadano de este país, son los que producen la vida, sean por eso estimados, respetados, considerados, envidiados por como viven, como pudieron hacer sus casas, incluso hasta con posibilidades de facebook, de conecciones a las redes gratuitas como estímulo, a las fincas premios materiales y premios de todo tipo a las fincas mejor conservadas, a los alimentos de mejores calidades, se puede probar todo lo que tiene un tomate y cualquier alimento en calidad…
Es decir que Cuba podría ser un país, desde mi visión de un campo de pequeños agricultores, un país con la gastronomía agroecológica más diversa y más nutritiva del mundo. Ser el primer país del mundo en hacerlo. Cuba es el país que tiene la posibilidad, yo lo vi desde que empecé a oír aquello del movimiento agroecológico, yo siempre vi, cuando tu ves las estadísticas y ves las cosas, siempre vi que era Cuba el país, porque tiene una cultura muy amplia del campo.
Es una isla con personas con una vocación muy grande para compartir, personas muy abiertas a intercambiar. No hay una cultura ancestral agrícola, como se tiene en cualquier país del mundo, es decir que hay una adaptación y por eso es que en Cuba vino la Revolución Verde y se cambió todo en días, y todos los agricultores se convirtieron en agroquímicos. ¿Por qué? Porque no había una cultura ancestral como existe en los andes, como existen en centroamérica, Sudamérica. Hay muchas cosas que aquí, quizás incluso podría ser una ventaja para hacerlo, que los agricultores sean los ciudadanos cubanos que mejor vivan, los que tengan las casas más bonitas, las mejores infraestructuras, con aire acondicionado, agua caliente, que sea con el sol, que sea con la biomasa de la finca, eso está bien, pero que no sea una agroecología de renuncia que para salvar el mundo vivan en pisos de tierra o en casitas de guano que las tumban todos los ciclones y que no inspiran a jóvenes ni a nadie de ningún lugar del mundo ir a esos lugares.
Hay que sacar ese modo de defender la sostenibilidad, de defender la naturaleza, de defender la tierra poniéndole ahora a los pequeños agricultores ahora que lo hagan todo a mano y de una forma y el mundo viajando en aviones, en trenes, carros para todas partes, la gente especulando en ropa y todo.
El pequeño agricultor, como pago a lo que ha pasado a través de la historia y cómo se conservó, el pequeño agricultor merece pasar al estatus de ciudadano privilegiado de la sociedad.