www.amazon.es/Astrolog%C3%ADa-para-nuevo-orden-mundial/dp/840828231X/ref=sr_1_4?crid=1KIZRFEUCOIT&dib=eyJ2IjoiMSJ9.-lyXuWAjM3tl371HLivPGI9myx-LZ6_8LgW_HRrsD00-0dakbZLrxJbelpTVKGgUugI-BlrK_H3n7C00t5MnfJx4skHcVGAft_jkSmWK3vkIun1kMQBLyxbtvaCpgSSRaqrxSEGMS41_0J5LT3PR7rI_j_dIIV689jexmDoQF5bRGpBimvLDqz9uHS66pv-foBpFkBs0H7nYDUv7y3s8HJqFJeJU2DuKnw0KDaNAb8K8Y8SDbhlzG3-z8Dk6mEt2pkIRbFRsbRT5khWn0MjPgqVvTeNrl559ix9lavun_dU.XQI-XYW5ACTCNfJaFkSH4QkrMmn-IGCZfa4oHq-PQgQ&dib_tag=se&keywords=el+nuevo+orden+mundial&qid=1718821972&sprefix=el+nuevo+orden+%2Caps%2C114&sr=8-4

Urano cubría a Gea todas las noches. Los hijos de estas recurrentes cópulas eran imprevisibles y no atendían a ninguna lógica funcional: hecatónquiros y cíclopes eran monstruos inútiles. Urano, decepcionado por su propia descendencia monstruosa, la volvía a introducir en el vientre de Gea. Esto puede ser una lectura, y quizá sea la dominante. Pero otra lectura es que los frutos del encuentro íntimo entre Gea y Urano eran los "hijos de la inactividad", de ese estado prehumano en el que nada servía a ninguna causa, donde la existencia acontecía sin más, sin la acción que el individuo se atribuye como propia. Los monstruos alumbrados por Gea ya no son distopías inútiles, de breve recorrido, o revolucionarias ideologías exaltadas y autoritarias, sino "adornos que no adornan nada, efluvios libres del ser, 'cosas' despojadas del para-algo [Acuario], que ya no 'funcionan', sino que brillan y resplandecen [Leo]" (parafraseando a Byung-Chul Han). Los "monstruos" uranianos serían tal por su falta total de funcionalidad productiva. El acabar remetidos en el vientre de Gea simplemente representa que no se acumulan nunca -al contrario de lo que sucede con los objetos del sistema productivo y de consumo-, siempre están en estado potencial coexistiendo unos junto a los otros. La superficie de la tierra representa lo implementado, aquello de lo que se apodera la pura actividad, y el interior de esta simboliza las potencialidades latentes y siempre libres de condicionamiento. Saturno castra a su padre y la actividad toma las riendas: "responsabilízate de tus acciones, tú eres el hacedor, el que construye el tiempo". Sobre la faz de la tierra empezaron a caminar los Titanes, y luego los Olímpicos, que representan el espíritu del ser humano, como ente concreto de acción y como constructor de la historia. La ociosidad de Urano y la inutilidad de sus creaciones aberrantes adquieren un significado nuevo e imprevisto en la presente Era de Acuario. Solo reinjertándole los testículos a Urano sabremos qué somos. Y es una operación inevitable. Contemplar la acción en su totalidad. Ser completamente libres de ella al ver que, en realidad, somos su fuente, su padre.😊👍

La masa que cobra conciencia individual es la más terrorífica -y probable- de las posibilidades con Neptuno en Aries. El pasado tránsito de Neptuno por Aries nos regaló a la gran teórica de la "rebelión de las masas" (Rosa Luxemburgo). La alienación motivada por el sistema capitalista ha logrado lo imposible: la posibilidad del renacimiento de un sentimiento de clase que emerge por encima de la intoxicación y el adormecimiento piscianos, la parusía -la segunda venida- del comunismo por lejana que parezca is lurking in the darkness...

@@josemillanastrologohumanistaLectura al margen. La acción humana, la acción que se atribuye la persona o el colectivo, es ilusoria. Una cremallera rota, que parece que se cierra por un extremo, pero por el otro se ha ido abriendo. Balance igual a cero. No somos personas, no somos cuerpos-mentes, no somos una especie, sino "aquello", inasible para la razón objetivadora, que genera y contiene todo eso, todo lo que existe. Acabo en una zona rural, autososteniéndome con unas cabras y unos quesos, olvidando literalmente el mundo exterior, no por nada, sino porque me he dado cuenta que todo lo que yo creía estar haciendo era una contradicción fundamental, una cremallera rota, un ilusorio hacer algo. Necesidades creadas para soslayar los efectos de necesidades creadas anteriores, en una recurrencia infinita. Toda la espesa trama del mundo es una pomposa y aterradora emulsión de la nada-acción personal o colectiva. No hay nada, en absoluto, en nuestro particular almacén de objetos valiosos y vitales. Y, a la vez, esa nada prehumana está atestada de potencialidades superpuestas sin ninguna función productiva, absolutamente nuevas e incondicionadas; es el útero ilimitado de Gea, la Diosa Madre.

Otro extracto del libro "Elogio de la inactividad. Vida contemplativa" de B.-C. Han: 《En el "Simposio", el diálogo de Platón, aprendemos qué es, en realidad, un símbolo. Allí cuenta Aristófanes que los humanos eran, en su origen, seres esféricos. Como se habían vuelto demasiado poderosos y arrogantes, los dioses los partieron en dos. Desde entonces cada una de estas mitades aspira a la reunión con su otra mitad. Este trozo se llama, en griego, sýmbolon. El ser humano en cuanto sýmbolon anhela una totalidad sana y sanadora. Este anhelo es el amor. La totalidad que ha de ser reconstruida cura las heridas y suprime la falta de ser que se remonta a una fisura originaria: «El símbolo, la experiencia de lo simbólico, quiere decir que este individual, este particular, se representa como un fragmento de Ser que promete complementar en un todo integro al que se corresponda con él; o, también, quiere decir que existe el otro fragmento, siempre buscado, que complementará en un todo nuestro propio fragmento vital». Lo simbólico promete una plenitud de ser, una salvación. Sin el ordenamiento simbólico, somos trozos y fragmentos [somos personas con sus atributos, datos, información, y no nos reconocemos como una misma totalidad esférica, el ser]. Hoy invertimos lo mejor de nuestro empeño en alargar la vida. En realidad, la vida se está reduciendo a supervivencia . Vivimos para sobrevivir. La histeria de la salud y la manía de la optimización son reflejos ante la falta de ser reinante. Procuramos compensar el déficit de ser por medio de la prolongación de la vida desnuda. Entretanto, perdemos todo sentido de la vida intensa. La confundimos con más producción, más rendimiento y consumo, los cuales, sin embargo, no constituyen más que formas de supervivencia. La falta de ser también se debe al proceso económico que cada vez aísla más a las personas unas de otras. Aislamiento y soledad conducen a la falta de ser porque ser es ser-con (Mitsein). En la sociedad neoliberal del rendimiento no se construye ningún nosotros. El régimen neoliberal aumenta la productividad aislando a las personas y entregándolas a una brutal competencia ["competencias básicas", en la ESO, como ejemplo paradigmático, y sangrante]. Transforma la vida en una lucha por la supervivencia, en un infierno de competencia desenfrenada. Éxito, rendimiento y competición son formas de supervivencia. La digitalización también desmantela al ser en cuanto ser-con. Estar conectado no es lo mismo que estar vinculado. La conectividad sin límites es justo lo que debilita la vinculación. Una relación intensa presupone un otro que escapa a la disponibilidad. Con la ayuda de la conexión digital hacemos del otro, del tú, un ello a disposición, lo cual conduce a una soledad primordial. Un objeto consumible que satisface nuestras necesidades no consiente una vinculación intensa. De este modo, a pesar de la creciente conexión y conectividad, estamos más solos que nunca.》