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✔ / @eltoro_tv Capítulo 12: Una vez más Fernando Paz se sienta con José Javier Esparza para hablar sobre el asesinato de los Romanov
El 17 de julio de 1918, un grupo de guardias rojos asesinaba a la familia Romanov, la familia imperial rusa: bajo las balas comunistas caían el zar Nicolás, su esposa Alejandra y sus hijos Alexei, Olga, Tatiana, María y Anastasia, además del personal de la casa imperial: el médico Eugen Botkin, el cocinero Iván Jaritonov, Anna Demidova, doncella de la zarina, y el mayordomo Alexei Trupp.
La familia imperial había permanecido bajo arresto domiciliario desde la abdicación del zar en febrero de 1917. Todos los Romanov fueron recluidos en Tsarskoye Seló, la Villa de los Zares, en el complejo palaciego de San Petersburgo. Nadie sabía qué hacer con ellos. Pronto, sin embargo, la ola revolucionaria se recrudeció y el jefe del gobierno, Kerenski, decidió trasladarlos a todos a Siberia, a la ciudad de Tobolsk, alojados en la mansión del gobernador. Cuando los bolcheviques llegaron al poder, se planteó someter a juicio a los Romanov. La primavera siguiente, la familia fue trasladada a Ekaterimburgo, en los Urales: se la alojó en la Casa Ipatiev, un amplio caserón donde aquella familia, que había sido la más poderosa de Rusia, vivió en estrictas condiciones de cautiverio. Parece que la intención de Lenin era, en efecto, someter a juicio a los Romanov y, mientras tanto, utilizar sus vidas como moneda de cambio con las potencias occidentales. Ahora bien, la guerra civil se intensificaba, los blancos ganaban terreno a los rojos y uno de los frentes más activos era, precisamente, el de los Urales. Pronto las tropas blancas -en concreto, la Legión Checoslovaca- llegaron a las inmediaciones de Ekaterimburgo. Los bolcheviques decidieron deshacerse de la familia imperial.
En la madrugada del 17 de julio de 1918, un grupo de guardias rojos al mando de Yakov Yurovsky entró en la Casa Ipatiev. Hicieron salir a la familia con el subterfugio de que trataban de protegerla del inminente choque bélico, pero los Romanov fueron llevados a un semisótano. Allí fueron asesinados a balazos y rematados a tiros y golpes de bayoneta. La responsabilidad de los crímenes recae sobre Lenin y Yakob Sverdlov. Así lo asegura Trostski, aunque nunca se ha encontrado un documento que lo atestigüe. El Gobierno soviético confirmó oficialmente los asesinatos dos días después. Aquel crimen conmocionó al mundo.